Dante Alighieri

Dante, 1879. (Jean-Paul Aubé 1837-1916) . Plâtre, modèle du monument en bronze érigé en 1882 dans le square Michel-Foucault de la place Marcelin-Berthelot, devant le Collège de France à Paris.

Au milieu du chemin de notre vie
je me retrouvai par un forêt obscure
car la voie droite était perdue.

Ah dire ce qu’elle était est chose dure
cette forêt féroce et âpre et forte
qui ranime la peur dans la pensée !

Elle est si amère que mort l’est à peine plus ;
mais pour parler du bien que j’y trouvai,
je dirai des autres choses que j’y ai vues.

Je ne sais pas bien redire comment j’y entrai,
tant j’étais plein de sommeil en ce point
où j’abandonnai la voie vraie.

Mais quand je fus venu au pied d’une colline
où finissait cette vallée
qui m’avait pénétré le cœur de peur,

Je regardai en haut et je vis ses épaules
vêtues déjà par les rayons de la planète
qui mène chacun droit par tous sentiers.

Alors la peur se tint un peu tranquille,
qui dans le lac du cœur m’avait duré
la nuit que je passai si plein de peine.

Et comme celui qui hors d’haleine,
sorti de la mer au rivage,
se retourne vers l’eau périlleuse et regarde,

Ainsi mon âme, qui fuyait encore,
se retourna pour regarder le pas
qui ne laissa jamais personne en vie.

La Divine comédie: L’Enfer, Chant I. Flammarion, 1985. Traduction Jacqueline Risset.

Nel mezzo del commin di nostra vita
mi retrovai per una selva oscura
chè la diritta vía era smarrita

Ahi quanto a dir qual era è cosa dura
esta selva selvaggia e aspra e forte
che nel pensier rinova la paura!

Tant’è amara che poco è più morte;
ma per trattar del ben ch’i’ vi trovai,
dirò de l’altre cose ch’i’ v’ho scorte.

Io non so ben ridir com’i’ v’intrai,
tant’era pien di sonno a quel punto
che la verace via abbandonai.

Ma poi ch’i’ fui al piè d’un colle giunto,
là dove terminava quella valle
che m’avea di paura il cor compunto,

guardai in alto, e vidi le sue spalle
vestite già de’ raggi del pianeta
che mena dritto altrui per ogne calle.

Allor fu la paura un poco queta
che nel lago del cor m’era durata
la notte ch’i’ passai con tanta pieta.

E come quei che con lena affannata
uscito fuor del pelago a la riva
si volge a l’acqua perigliosa e guata,

così l’animo mio, ch’ancor fuggiva,
si volse a retro a rimirar lo passo
che non lasciò già mai persona viva.

Divina Commedia, 1321. Inferno.

(déjà publié sur ce blog le 11 juillet 2019. Merci à M.L. Weekend poetry. https://www.lesvraisvoyageurs.com/2019/07/11/dante-alighieri/

Le séjour de Dante à Paris est rempli de mystère. Dans La Divine Comédie, quelques passages évoquent des personnes ou des lieux qu’il aurait fréquentés. Selon les historiens, il est probable qu’il s’est rendu à Paris entre août 1313 et juin 1314, probablement pour y étudier la philosophie naturelle et la théologie. D’où la relation avec la Sorbonne et la présence de la statue de Dante par Jean-Paul Aubé, dans le square Michel Foucault, juste devant le Collège de France.

Jean-Paul Aubé (1837-1916) avait fait le voyage d’Italie en 1866. Il représente Dante repoussant du pied droit la tête d’un damné figurant les forces du mal, personnifié par la tête de Bocca degli Abati, le traître de la bataille de Montaperti (1260), en Toscane. Le poète est représenté avec ses attributs traditionnels : le grand manteau, le chaperon tombant et la couronne de laurier.

La Ville de Paris achète à l’artiste ce modèle en plâtre, le 14 juin 1879, et fait réaliser par le fondeur H. Molz une statue en bronze, placée en 1882, place Marcelin-Berthelot. La statue est aussi présentée aux Expositions universelles de Vienne, en 1882, et de Paris, en 1889 et 1900. Le modèle en plâtre se trouve au Petit Palais (Musée des Beaux-Arts de la Ville de Paris).

Antonio Buero Vallejo – Miguel Hernández

(Merci à José Ramón Seco)

Antonio Buero Vallejo ( 1916-2000)

El País, 28 de marzo de 1982

El dramaturgo Buero Vallejo recuerda a su compañero de cárcel (Carmen Santamaría)

El 28 de marzo de 1942 moría en el Reformatorio de Adultos de Alicante el poeta Miguel Hernández. Había sido detenido por la policía portuguesa cuando intentaba refugiarse en el país vecino, y entregado a las autoridades españolas. Juzgado y condenado a muerte, Miguel pasó por varios centros penitenciarios hasta desembocar en el de su patria chica, donde la enfermedad acabaría con su peregrinación. Fue enterrado en el nicho número 1.009 de la ciudad de Alicante. Durante su estancia en la prisión de Conde de Toreno, en Madrid, Miguel Hernández tuvo una amistad singular, la del entonces pintor Antonio Buero Vallejo, a quien debemos el dibujo más conocido del poeta. Buero Vallejo recuerda en esta entrevista aquella relación entre rejas cuando se cumplen cuarenta años de la desaparición de su compañero Miguel Hernández.

“Yo conocí a Miguel en el último año de la guerra”, declara Buero Vallejo. “Le conocí en Benicasim; yo estaba en unas oficinas de trabajos diversos, y él había sido conducido al hospital. No tenia ninguna herida, pero estaba muy fatigado y necesitaba reponerse. Durante los veinte o treinta días que permaneció allí nos vimos poco, nada más que en las comidas, porque nos sentábamos a la misma mesa. Fue una relación superficial. Terminada la guerra, yo ingresé en la prisión de Conde de Toreno, y tiempo después llegó él. Me di a reconocer, me recordó enseguida y, entonces sí, entablamos una buena amistad que duró todo el tiempo que estuvimos juntos. Yo estaba ya en la galería de condenados a muerte, y él, como también fue condenado, vino a parar a la misma galería.

Pregunta. ¿Cómo se desarrolló su amistad? ¿Qué hacían ustedes cuando estaban juntos?

Respuesta. Hablábamos mucho; hablábamos sobre la tensa situación que vivíamos, hablábamos sobre los temas que para el hombre con inquietudes culturales son tan esenciales como el comer. Hablábamos de la poesía del 27, de la que él era como el benjamín, de la literatura en general, de su propia literatura. Yo entonces no me dedicaba todavía a escribir, pero hacía retratos, y ambos nos sabíamos artistas. Paseábamos por el palio de la cárcel, y él me recitó muchas de sus poesías, probablemente algunas concebidas en las noches de cárcel, porque él era muy mental, muy reflexivo, y tengo la impresión de que elaboraba sus poemas casi por completo de forma memorística antes de pasarlas al papel. Repasábamos juntos nuestro francés; a él le habían mandado las Cartas de Mme. de Sevigné, y durante bastantes días estuvimos leyéndolas juntos, corrigiéndonos mutuamente.

P. ¿Cómo era y se comportaba Miguel Hernández, el hombre, en aquel período?

R. El era un hombre de exterior abierto, expansivo, rotundo, amigo del chiste, de risa fácil. Era un introvertido profundo que a veces se quedaba ensimismado, distraido y un tanto melancólico, pero de forma espontánea pasaba a la broma, al pitorreo, al canturreo. Cantaba lo mismo cancioncillas ingenuas y vulgares que canciones de guerra que tenían letra suya.

P. ¿Recuerda usted algún hecho especial, alguna anécdota curiosa de aquel contacto carcelario con Miguel?

R. Hay una anécdota que da idea de cómo era este hombre por dentro; por dentro y por fuera. Cuando él entró en nuestra galería, yo comía con un compañero de expediente. Comer significaba compartir con otro u otros las cosas que mandaba la familia, quitándoselo quizá de la boca. Era una costumbre de los presos comer en república. Había mucha hambre, y el hambre era una obsesión primordial. El hambre es una piedra de toque para ver cómo es una persona. Como Miguel apenas recibía alimentos de fuera, mi compañero y yo pensamos invitarle a comer con nosotros. Yo fui a su petate y se Io propuse; él pareció aceptar, pero yo añadí: “Naturalmente, nos vamos a repartir la miseria, pero lo haremos con mucho gusto”. Me pareció un comentario lógico, pero para Miguel tuvo mas trascendencia de lo que imaginé. A la hora del rancho le esperamos, pero no apareció. Yo fui a buscarle, y entonces me dijo: “Mira, no, lo he pensado, y vosotros también estáis muy necesitados…”. Le insistí y no hubo manera de convencerle. Esto es un comportamiento insólito. Que una persona muy hambrienta, como era Miguel en aquel período, muy necesitada, dijese que no a una invitación de este tipo era insólito. Ofrecer lo poco que se tenía era normal, pero rechazarlo era de una abnegación y un desprendimiento inaudito. Era tal la sensibilidad de Miguel que no se permitía aceptar algo sabiendo que restaba: alimento a una persona que también estaba necesitada.

Miguel Hernández (Antonio Buero Vallejo). 25 janvier 1940. Madrid, cárcel del Conde de Toreno.

Luis Cernuda

Luis Cernuda.

Le 20 février dernier, j’avais publié sur ce blog le poème de Luis Cernuda 1936. Il s’agit de l’avant-dernier poème de toute son oeuvre, le dernier étant A sus paisanos ( Á ses compatriotes ). Il fait partie du recueil Desolación de la Quimera ( Désolation de la chimère ) qui regroupe des poèmes écrits entre 1956 et 1962. Cernuda a quitté l’Espagne en février 1938 et vit en exil à México depuis novembre 1952. Il enseigne à l’Université de Californie à Los Angeles et au San Francisco State College en 1961-1962 . Il récite ses poèmes en public. Á la fin d’une de ces séances, un ancien brigadiste est venu le saluer. Il commence à écrire ce poème à San Francisco en décembre 1961 et le termine en avril 1962. La Brigade Abraham Lincoln (ou XVe Brigade internationale) était constituée de volontaires des États-Unis qui avaient servi pendant la guerre civile espagnole dans les Brigades internationales.

Luis Cernuda meurt le 5 novembre 1963 à 61 ans. Il est enterré dans la section espagnole du Panteón Jardín de la ville de México.

Je conseille la lecture de la revue Europe n° 1118-1119-1120 (Juin-juillet-août 2022) Écrivains et reporters dans la guerre d’Espagne. La traduction française de ce poème y figure (pages 13-14-15).

https://www.europe-revue.net/

1936

Recuérdalo tú y recuérdalo a otros,
Cuando asqueados de la bajeza humana,
Cuando iracundos de la dureza humana:
Este hombre solo, este acto solo, esta fe sola.
Recuérdalo tú y recúerdalo a otros.

En 1961 y en ciudad extraña,
Más de un cuarto de siglo
Después. Trivial la circunstancia,
Forzado tú a pública lectura,
Por ella con aquel hombre conversaste:
Un antiguo soldado
En la Brigada Lincoln.

Veinticinco años hace, este hombre,
Sin conocer tu tierra, para él lejana
Y extraña toda, escogió ir a ella
Y en ella, si la ocasión llegaba, decidió apostar su vida,
Juzgando que la causa allá puesta al tablero
Entonces, digna era
de luchar por la fe que su vida llenaba.

Que aquella causa aparezca perdida,
Nada importa;
Que tantos otros, pretendiendo fe en ella
Sólo atendieran a ellos mismos,
Importa menos.
Lo que importa y nos basta es la fe de uno.

Por eso otra vez hoy la causa te aparece
Como en aquellos días:
Noble y tan digna de luchar por ella.
Y su fe, la fe aquella, él la ha mantenido
A tráves de los años, la derrota,
Cuando todo parece traicionarla.
Mas esa fe, te dices, es lo que sólo importa.

Gracias, Compañero, gracias
Por el ejemplo. Gracias porque me dices
que el hombre es noble.
Nada importa que tan pocos lo sean:
Uno, uno tan sólo basta
Como testigo irrefutable
de toda la nobleza humana.

Desolación de la químera. Joaquín Mortiz, México, 1962.

1936

Souviens-t’en et que d’autres s’en souviennent,
Les écoeurés de la bassesse humaine,
Les lassés de la dureté humaine :
Cet homme seul, cet acte seul, cette foi seule,
Souviens-t’en et que d’autres s’en souviennent.

En 1961, dans une ville étrangère,
Et plus d’un quart de siècle
Après. Une circonstance banale,
la contrainte pour toi d’une lecture publique,
Où tu as parlé à cet homme :
Un ancien soldat de la Brigade Lincoln.

Voici vingt-cinq ans, cet homme,
Sans connaître ta terre, lointaine pour lui,
Tout à fait étrangère, a choisi d’y aller
Et si l’occasion s’offrait, d’y engager sa vie,
Jugeant que la cause proposée sur le tableau
Était digne
De lutter pour la foi qui emplissait sa vie.

Que cette cause-là semble perdue,
Peu importe ;
Que tant d’autres, prétendant avoir foi en elle,
Ne s’occupent que d’eux-mêmes,
Aucune importance.
Seule importe et nous suffit la foi d’un seul.

C’est pourquoi la cause aujourd’hui t’apparaît
Comme elle le fit alors :
Noble et si digne de lutter pour elle.
Et sa foi, cette foi-là, il l’a maintenue
Á travers les ans, dans la défaite,
Quand tout semblait la trahir.
Car cette foi, te disais-tu, est ce qui seul importe.

Merci Compagnon, merci
De cet exemple. Merci car tu me dis
Que l’homme est noble.
Peu importe que si peu le soient :
Un seul, il suffit d’un seul
Comme témoin irréfutable
de toute la noblesse humaine.

Traduction : Laurence Breysse-Chanet.

Sophia de Mello Breyner

Lagos (Algarve). Peinture murale en l’honneur de Sophia de Mello Breyner Andresen.

Histoires de la terre et de la mer (Histórias da Terra e do Mar) est un livre d’une des plus importantes poétesses portugaises du XX ème siècle Sophia de Mello Breyner Andresen (1919-2004). Il a été publié en 1984 au Portugal et en France en 1990 aux Éditions de la Différence.

Il est composé de cinq nouvelles qui nous transporte dans le monde de l’enfance :

  • Histoire de Cendrillon (Historia da Gata Borralheira).
  • Le silence (O Silêncio).
  • La maison marine (A Casa do Mar).
  • Saga (Saga), histoire imaginaire des ancêtres danois de l’autrice.
  • Vila d’Arcos (Villa d’Arcos).

Les Éditions du Canoë, 2021 ont aussi édité en 2021 une très belle nouvelle: Il était une fois une plage atlantique, traduite du portugais et préfacée par Colette Lambrichs. Elle avait été publiée en 1998 au moment de l’Exposition Universelle de Lisbonne. Lors de la campagne de Mário Soares pour l’élection à la Présidence de la République en 1986, Sophia de Mello Breyner Andresen avait été chargée par l’homme politique socialiste d’animer une salle de militants déjà acquis à sa candidature. Elle s’était avancée sur l’estrade en disant : “Maintenant , vous avez assez entendu parler politique, je vais vous lire quelques poèmes.” Tous l’écoutèrent dans un silence extraordinaire.

Villa d’Arcos

Villa d’Arcos se trouve au nord un peu à l’est dans une région de montagnes. C’est une ville de province et petite, avec des rues pavées autour de la cathédrale énorme comme un navire pour d’éternels voyages. Ses vieilles maisons – nobles même quand elles sont pauvres – ont de justes proportions depuis la marche de l’escalier jusqu’à l’encadrement de la fenêtre, depuis la balustrade du balcon jusqu’à la surface du mur de granit sans mortier où seul le blason de pierre avec ses besants, griffons et lions est trop grand au-dessus des ferrures et des bois disjoints de la porte ; comme si dans le monde où nous sommes rien n’importait, ni le froid du granit, ni l’obscure exiguïté des pièces, ni la pauvreté monotone des jours, et seule importait la noblesse que nous exposons à la lumière et qui est le projet de notre âme.
C’est une ville ancienne où stagnante se désagrège et se dissout lentement une vie dévécue geste à geste, syllabe à syllabe.
Les voitures gémissent le long des rues pavées. Passent peu d’hommes et des femmes hâtives vêtues de noir et en mai les rosiers fleurissent sur les murs que l’hiver recouvre de mousse. Derrière la petite fenêtre à volet vert de la maison du coin une femme aux yeux perçants, bruns et très rapprochés, voit tout, maligne et sage, terriblement attentive, comme si son regard lisait et soutenait le desadvenir des choses. Il y a des jardins imprévus, plus subtils et complexes que dans notre imagination, où croissent de hauts magnolias, avec de grandes fleurs blanches aux pétales profonds et larges, doux et épais, et où l’eau d’argent qui jaillit des dauphins de pierre tombe dans les petits bassins octogonaux. Jardins de buis, de camélias et de violettes, au parfum de contemplation et de passion, d’oubli et de silence. Jardins doucement abandonnés à une solitude dansée par les brises, tandis qu’un long susurrement d’adieu fait signe de feuille en feuille dans les branches les plus hautes des arbres. Jardins où nous reconnaissons que la vie est un songe dont jamais nous ne nous réveillons, un songe où surgissent des apparitions prodigieuses comme le lis, l’aigle et l’inoubliable visage aimé avec passion, mais où tout se transforme en oubli, distance, débris et impossibilité. Jardins où nous reconnaissons que notre condition est de ne pas savoir. De ne pouvoir jamais trouver l’unité. Et trouver l’unité serait nous réveiller.

Histoires de la terre et de la mer, Éditions de la Différence, 1990. Traduction : Alice Caffarel et Claire Carayon.

Vila d’Arcos

Vila d’Arcos fica ao Norte, um pouco para Leste, numa região de montanhas. É uma cidade de província e pequena com ruas empedradas em torno da catedral enorme como um navio de eternas viagens. As suas casas antigas — nobres mesmo quando pobres — são proporcionadas com justeza desde o degrau da escada até ao quadrado da janela, desde a balaustrada da varanda até à superfície da parede de granito sem reboco onde só a pedra de armas com arruelas, grifos e leões é grande demais sobre os ferros e as madeiras desconjuntadas da porta; como se no mundo em que estamos nada importasse, nem o frio do granito, nem a estreiteza sombria dos quartos, nem a pobreza monótona dos dias, mas só importasse a nobreza que mostramos à luz e que é o projecto da nossa alma.
É uma cidade antiga onde estagnada se desagrega e se dissolve lentamente uma vida desvivida gesto por gesto, sílaba por sílaba.
Os carros gemem ao longo das ruas empedradas. Passam poucos homens e rápidas mulheres vestidas de preto e em Maio as roseiras florescem nos muros que o Inverno cobriu de musgo. Por trás da portada verde da pequena janela da casa de esquina uma mulher de olhos agudos, muito juntos e castanhos, vê tudo, sábia e arguta, terrivelmente atenta, como se o seu olhar lesse e amparasse o desacontecer das coisas. Há jardins imprevistos, mais subtis e complexos do que o imaginável, onde crescem altas magnólias, com grandes flores brancas de pétalas profundas e largas, macias e espessas e onde a água de prata que irrompe da boca dos golfinhos de pedra cai nos pequenos tanques oitavados. Jardins de buxo, camélias e violetas perfumados de contemplação e paixão, de esquecimento e silêncio. Jardins docemente abandonados a uma solidão dançada pelas brisas, enquanto um longo sussurro de adeus acena de folha em folha nos ramos mais altos das árvores. Jardins onde reconhecemos que a nossa condição é não saber. É não poder jamais encontrar a unidade. E encontrar a unidade seria acordar.

1972

Histórias da Terra e do Mar. Lisboa, Edições Salamandra, 1984.

El concurso de cante jondo de 1922

Affiche du premier Concurso de Cante Jondo, canto primitivo andaluz, Grenade, 1922 ( Manuel Ángeles Ortiz y Hermenegildo Lanz ).

En 1922, Manuel de Falla, qui vit à Grenade depuis deux ans, met sur pied, avec certains de ses amis , un événement musical exceptionnel. Il s’agit de sauver le chant primitif andalou (el cante jondo) qui était en train de disparaître en même temps que les vieux cantaores. Il était aussi menacé par la dérive commerciale de certaines tavernes.

Le 13 et le 14 juin 1922 a lieu sur la Place de los Aljibes de l’Alhambra un concours, ouvert seulement aux amateurs. Les prix s’élèvent à 8.500 pesetas. Selon l’idée un peu naïve de Falla, il va permettre de sauver cette musique pure et primitive.

Parmi les participants se trouvent Ignacio Zuloaga, Miguel Cerón Rubio, Manuel Ángeles Ortiz, Ramón Gómez de la Serna, Santiago Rusiñol et Federico García Lorca. Ce dernier lit sa conférence Importancia histórica y artística del primitivo canto andaluz, llamado cante jondo qu’il avait déjà présenté une première fois au Centre Artistique de Grenade le 19 février 1922. Il publiera en 1931 son recueil Poema del cante jondo dont les poèmes ont été rédigés en 1921. Tous ont dans l’idée de protéger cette musique populaire et pensent que le cante jondo peut être source de création innovante.

Pastora Pavón “La Niña de los Peines”, Antonio Chacón, Ramón Montoya, La Gazpacha, Manolo Caracol (Manuel Ortega Juárez), Manuel Torre sont présents. C’est Diego Bermúdez Cala “El Tenazas de Morón” qui remporte la plus haute récompense.

“Ce furent de grandes journées au cours desquelles non seulement des intellectuels de tout le pays, mais aussi des personnalités de grande influence dans la culture européenne se sont réunis dans la ville pour exalter et ennoblir la richesse de l’art flamenco et lui donner la visibilité et la valeur nécessaires pour promouvoir sa conservation et mettre une si belle manifestation culturelle au même niveau que les autres arts reconnus comme tels”.

L’historien Maurice Legendre (1878-1955), un des initiateurs de l’hispanisme, ami de Miguel de Unamuno et proche de Manuel Falla, declare dans la revue catholique Le Correspondant du 10 juillet 1922 : “Ahora podemos decir que el canto hondo de España está salvado. El gramófono ha grabado lo que nuestra notación musical no puede captar”.

Banquet du 16 juin 1922 dans les locaux de la Asociación de Periodistas de Granada.

Miguel Hernández – Ramón Sijé

Elegía a Ramón Sijé

Miguel Hernández à Orihuela. 14 avril 1936. Inauguration de la Place Ramón Sijé.

José Marín Gutiérrez (Ramón Sijé) (Orihuela, 16 novembre 1913 – Orihuela, 24 décembre 1935), est un écrivain, essayiste, journaliste et avocat espagnol. Tout jeune, il est l’ ami de Miguel Hernández (1910-1942). Ils partagent les mêmes intérêts pour la littérature et la politique. Ramón Sijé fonde à Orihuela (Alicante) la revue Voluntad et El Gallo Crisis. Il est l’auteur d’un essai antiromantique La decadencia de la flauta y el reinado de los fantasmas, publié en 1973. Il est marqué par une idéologie catholique conservatrice. Le 13 décembre 1935, il tombe malade (infection intestinale, septicémie) et meurt onze jours plus tard. Le 14 avril 1936, Miguel Hernández lit sa célèbre élégie pour l’inauguration de la Place Ramón Sijé dans leur ville natale, Orihuela. ( Voir Miguel Hernández. Evocando a Sijé. En el ambiente de Orihuela, La Verdad, Murcia, 7 mai 1936 ).

Elegía a Ramón Sijé

(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
a quien tanto quería…)

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irá a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

10 de enero de 1936.

El rayo que no cesa, 1936.

Miguel Hernández. El rayo que no cesa. Première édition: Madrid, Ediciones Héroe, 1936.

Élégie

(Á Orihuela, son village et le mien, j’ai perdu Ramón Sijé, foudroyé avec qui j’aimais tant.)

Je veux être le jardinier en pleurs
De cette terre que tu occupes et que tu nourris,
Compagnon de mon âme si tôt parti.

Alimentant de pluies, de coquillages
Et d’orgues ma douleur sans instrument,
Aux coquelicots découragés,

Je donnerai ton cœur an pâture.
Tant de douleur se ramasse en mon flanc,
Que j’en ai mal jusqu’à mon souffle.

Le coup d’une main dure, un coup glacé,
Un coup de hache invisible et homicide,
Une poussée brutale t’as abattu.

Nulle étendue n’est plus grande que ma blessure,
Je pleure ma misère et tout ce qu’elle entraîne
Et je ressens ta mort plus que ma propre vie.

Je marche sur des chaumes de défunts,
Sans chaleur de personne et sans consolation,
Je vais de mon cœur à ma vie quotidienne.

Très tôt se leva le vol de la mort,
Très tôt apparut la pointe du jour,
Très tôt te voilà roulant sur le sol.

Je ne pardonne pas à la mort amoureuse,
Je ne pardonne pas à la vie indifférente,
Je ne pardonne ni à la terre ni au néant.

Dans mes mains, je soulève un orage
De pierres, d’éclairs et de haches stridents,
Affamé et assoiffé de catastrophes.

Je veux fouiller la terre avec mes dents,
Je veux écarter la terre bloc par bloc
Á force de morsures sèches et chaudes.

Je veux miner la terre jusqu’à te retrouver
Et embrasser ton humble crâne
T’enlever le bâillon, te faire revenir.

Tu reviendras à mon jardin, à mon figuier:
Sur les hauts échafaudages des fleurs
Oisellera ton âme butineuse
De cire et de besognes angéliques.
Tu reviendras aux murmures des grilles
Des paysans amoureux.

Tu égaieras l’ombre de mes sourcils,
Et ton sang te sera disputé
Moitié par ta fiancée, moitié par les abeilles.
Ton coeur, maintenant velours fané,
Ma voix avare d’amoureux
L’appelle vers un champ d’amandes écumeuses.

Aux âmes ailées des roses
De l’amandier de crème viens sans tarder,
Nous avons à parler de tant de choses,
Compagnon de mon âme, compagnon.

10 janvier 1936.

Anthologie bilingue de la poésie espagnole. NRF Gallimard. Bibliothèque de la Pléiade. Traduction: Yves Aguila.