Luis de Góngora

Portrait de Luis de Góngora y Argote (Diego Velázquez) 1622. Boston, Musée des Beaux-Arts.

Philippe C. a publié aujourd’hui sur Facebook Inscripción para el sepulcro de Dominico Greco que Jean Cassou considérait comme un des plus beaux sonnets du poète andalou. on peut retrouver son article publié dans Le Mercure de France en 1924. Il tenait dans cette revue, environ une fois par mois, la rubrique des Lettres espagnoles.

http://viedelabrochure.canalblog.com/archives/2018/06/21/36505347.html?fbclid=IwAR1LllvsFc8RXQTlOEgDuBE_Z2arlgcGj4DSVRfUgIGa1u7HxwWc41nSAJw

il insistait aussi sur la richesse et la diversité de la poésie de Luis de Góngora y Argote (1561-1627). On trouve aussi dans son oeuvre des élégies d’un ton simplement populaire. Ainsi, le premier disque de Paco Ibáñez était dédié à deux monuments de la poésie andalouse: Luis de Góngora y Federico García Lorca. Il y a longtemps déjà, nous écoutions La más bella niña.

1580

La más bella niña
de nuestro lugar,
hoy viuda y sola,
ayer por casar,
viendo que sus ojos
a la guerra van,
a su madre dice
que escucha su mal:
dejadme llorar
orillas del mar.

Pues me distes, madre,
en tan tierna edad
tan corto el placer,
tan largo el pesar,
y me cautivastes
de quien hoy se va
y lleva las llaves
de mi libertad:
dejadme llorar
orillas del mar.

En llorar conviertan
mis ojos de hoy más,
el sabroso oficio
del dulce mirar,
pues que no se pueden
mejor ocupar
yéndose a la guerra
quien era mi paz.
dejadme llorar
orillas del mar.

No me pongáis freno
ni queráis culpar;
que lo uno es justo,
lo otro por demás.
Si me queréis bien,
no me hagáis mal;
harto peor fue
morir y callar:
dejadme llorar
orillas del mar.

Dulce madre mía,
¿quién no llorará,
aunque tenga el pecho
como un pedernal,
y no dará voces
viendo marchitar
los más verdes años
de mi mocedad?
Dejadme llorar
orillas del mar.

Váyanse las noches,
pues ido se han
los ojos que hacían
los míos velar;
váyanse y no vean
tanta soledad,
después que en mi lecho
sobra la mita:
dejadme llorar
orillas del mar.

https://www.youtube.com/watch?v=t5m9Pov0i0o

Ce poème de Góngora est une réélaboration d’un romance primitif. Il fait probablement aussi référence aux levées de troupes qui se eurent lieu au moment de la Guerre des Alpujarras entre 1568 et 1571. La population morisque grenadine s’était soulevée pour protester contre la sanction pragmatique de 1567 qui portait atteinte à sa liberté religieuse.

Carlos Pezoa Véliz – Roberto Bolaño

Carlos Pezoa Véliz. Vers 1905.

Le poète et journaliste chilien , anarchiste et autodidacte, Carlos Pezoa Véliz, de son vrai nom Carlos Enrique Moyano Jaña, est né à Santiago le 21 juillet 1879.

Il est très gravement blessé aux jambes lors du terrible tremblement de terre qui secoue Valparaíso le 16 août 1906 et cause 3000 morts et 20 000 blessés. Les murs de la pension où il habite à Viña del Mar s’écroulent sur lui. Il fait de longs séjours dans les hôpitaux de Santiago et meurt, à 28 ans, le 21 avril 1908 de tuberculose. Son œuvre complète est éditée en 1927 sous le titre de Poesías y prosas completas (Editorial Renacimiento). On retrouve un peu l’influence de sa poésie rebelle, ironique et populaire chez Nicanor Parra. Roberto Bolaño pensait que le poème Tarde en el hospital méritait de figurer dans une anthologie de la mélancolie latinoaméricaine (voir son article La poesía chilena y la intemperie. Numero Chile de la revue Litoral. Poesía contemporánea con una mirada al arte actual (número 223-224. 1999). Cette revue, encore bien vivante, a été fondée à Málaga en 1926 par les poètes Emilio Prados et Manuel Altolaguirre.

Tarde en el hospital

Sobre el campo el agua mustia
cae fina, grácil, leve;
con el agua cae angustia:
llueve…

Y pues solo en amplia pieza,
yazgo en cama, yazgo enfermo,
para espantar la tristeza,
duermo.

Pero el agua ha lloriqueado
junto a mí, cansada, leve;
despierto sobresaltado:
llueve…

Entonces, muerto de angustia
ante el panorama inmenso,
mientras cae el agua mustia,
pienso.

1907.

Litoral. Número 223-224. 1999.

César Vallejo

Étang du Maubuée l’hiver.

César Vallejo, un de mes poètes préférés, toutes langues confondues. J’aimerais me promener au bord de la Marne.

El libro de la naturaleza

Profesor de sollozo – he dicho a un árbol –
palo de azogue, tilo
rumoreante, a la orilla del Mame, un buen alumno
leyendo va en tu naipe, en tu hojarasca,
entre el agua evidente y el sol falso,
su tres de copas, su caballo de oros.

Rector de los capítulos del cielo,
de la mosca ardiente, de la calma manual que hay en los asnos;
rector de honda ignorancia, un mal alumno
leyendo va en tu naipe, en tu hojarasca,
el hambre de razón que le enloquece
y la sed de demencia que le aloca.

Técnico en gritos, árbol consciente, fuerte,
fluvial, doble, solar, doble, fanático,
conocedor de rosas cardinales, totalmente
metido, hasta hacer sangre, en aguijones, un alumno
leyendo va en tu naipe, en tu hojarasca,
su rey precoz, telúrico, volcánico, de espadas.

¡Oh profesor, de haber tánto ignorado!
¡oh rector, de temblar tánto en el aire!
¡oh técnico, de tánto que te inclinas!
¡Oh tilo! ¡oh palo rumoroso junto al Marne!

21 de octubre de 1937.
Poemas humanos. (1923-1938)

Max Aub – Juan Ramón Jiménez

Max Aub en su despacho de Radio UNAM, Universidad Nacional Autónoma de México, 1962 (Ricardo Salazar)

41 jours de confinement. Je range ma bibliothèque principale. Je retrouve certains livres, délaissés depuis longtemps. Cuerpos presentes de Max Aub. Biblioteca “Max Aub” Fundación Max Aub, 2001. De magnifiques portraits de littérature et de vie. Ceux de Juan Ramón Jiménez et de Luis Cernuda sont à signaler.

J.R.J

” Nunca quise conocerle. Bastábamos los demás; lo que decía de ellos, ellos de él. No le importaban tanto las palabras ajenas como los afectos incondicionales. Además yo tenía por entonces la sospecha de que iba a gustarme la poesía con barba.
Con el tiempo muy pasado, nos escribimos cada vez con mayor cordialidad. Seguía con su manía persecutoria, pero ya no podía ir, por las buenas a su casa.

-¿Vienes?

-No.

Tampoco me pedían explicaciones. Después murieron los dos y algo mío también, y a todos los que les conocieron se les quedó algo muerto dentro.
España fue un país agraciado en el primer tercio del siglo XX; no porque Juan Ramón fuera o no mejor que Eliot o Valéry sino porque uno podía ir o no a su casa o sentarse a perder el tiempo con Valle, con Machado, con Federico o irse a París o quedarse en Madrid para andar y beber con Buñuel, y Dalí era todavía una persona decente. Y Américo Castro y Salinas y Moreno Villa estaban en Medinaceli o en la residencia. Y Ortega daba clases. No es cierto aquello de que «Cualquier tiemo fue mejor». Aquel tiempo, sí.

-¿Vienes?

-No.

O se iba uno a hablar catalán con Rita o López Picó en un café de las Ramblas o al teatro con Canedo.
Hace un tercio de siglo que no he ido a Madrid ni a Barcelona. Sé que rebosan salud y hay de todo en los bares y en las pastelerías, y que puede hablarse sin cuidado tan mal del gobierno como lo hacíamos entonces. Y, sin duda, el Prado sigue siendo el Prado. Pero la cultura no es eso, ni que Valle, Unamuno, Azaña pudieran decir lo que quisieran. Era un aire. Y nadie lo recogió mejor, sin nombrarlo, que Juan Ramón. Todos ellos están mal enterrados, sobre todo, parece mentira, el andaluz universal que debe de llevarse tan mal con muchos del otro mundo como le pasó con algunos de éste.
Hombre difícil de olvidar, sobre todo si no se le conoció, como yo. ¡Qué Juan Ramón aquél ! ¡Qué Juan Ramón éste! ¿Desde cuándo no hubo un poeta como él?”

Julio Cortázar – Manuel Vicent

Julio Cortázar.

L’écrivain et journaliste Manuel Vicent a publié dans El País le 27 août 2006 un bel article qui montre l’importance de cet écrivain pour les gens de notre génération.

Con el sonido y la libertad del jazz

Tenía las piernas demasiado largas para ser ciclista, pero se paseaba por París montado en una bicicleta que había bautizado con el nombre de Aleluya, por aquel París que de buena mañana, con las calles recién regadas, olía a croasán y a pan caliente. Vivía como un estudiante y no era un estudiante; daba la sensación de estar exiliado y no era un exiliado; queda por saber si Julio Cortázar era realmente argentino y no un ser desarraigado, que había convertido la literatura fantástica, el jazz, la pintura de vanguardia, el boxeo y el cine negro en su única patria y París en una metáfora, en una cartografía íntima. Si ser argentino consiste en estar triste y en estar lejos, Julio Cortázar hizo de su parte todo lo posible por responder a ese modelo, que cada lector podía armar y desarmar a su manera.

Había nacido en Bruselas, en 1914, hijo de madre francesa y de un diplomático argentino, agregado comercial de la embajada de su país en Bélgica, que los abandonó al poco tiempo. Pasó la infancia en Banfield, una barriada al sur de la capital porteña, y en la adolescencia una enfermedad le permitió comerse mil libros; luego se graduó de maestro y fue profesor en la universidad de Cuyo, en Mendoza, pero su espíritu refinado acabó por chocar contra lo más grasiento del peronismo. Hubo otros enredos. Por la pasión con una de sus alumnas, Nelly Martín, aquellos burgueses de provincias lo aislaron con un cordón sanitario, y el hecho de que un día se negara en público a besar el anillo del nuncio Serafini acabó por convertirlo en un proscrito. Estaba ya listo para decir adiós a todo aquello.

El joven Cortázar conoció a la traductora Aurora Bernárdez, hija de emigrantes gallegos, que sería su primera mujer; en 1951 consiguió una beca del gobierno francés y con ese pretexto se instaló definitivamente en París. Ya había escrito Bestiario, el primer libro de cuentos, ponderado por Borges, que se convertiría en el germen de su fama. Realmente, se sentía muy lejos. Podías imaginarlo sentado en la terraza de cualquier café del Barrio Latino midiendo con la mente la distancia que lo separaba de Buenos Aires, mientras escribía Rayuela, su obra maestra, sin ahorrarse un gramo de melancolía. Tal vez por allí cruzaban los grandes del jazz, de paso por París, que después de una noche de gloria en la sala Pleyel volvían a llenar el depósito de whisky en el mercadillo callejero de la rue de Seine, antes de irse a la cama en el hotel La Louisiane, donde se hospedaban. En esa calle empieza la acción de Rayuela, por allí va Oliveira hasta el arco del Quai de Conti para encontrarse con la Maga. En ese hotel vivieron Sartre y Simone de Beauvoir. Y también Albert Camus y Juliette Greco. Ahora, en su angosto ascensor, unas chicas molonas que soñaban con ser modelos de Yves Saint Laurent se entreveraban con Miles Davis y Charlie Parker, uno con la trompeta y otro con el saxo a cuestas.

Amar a Cortázar fue el oficio obligado de toda una generación. En él se reconoció una tribu, que a mitad de los años sesenta había descubierto con sorpresa que en castellano también se podía escribir con la misma libertad con que suena el jazz, rompiendo el principio de causalidad, o de la manera con que Duchamp cambiaba de sitio los objetos cotidianos y los colocaba en un lugar imprevisto para que una mirada nueva los convirtiera en arte. Un argentino con acento francés que arrastraba guturalmente las erres podía ser muy seductor, y si encima usaba gafas de carey negro como Roger Vadim sin necesitarlas, y aún tenía la cara de joven universitario de la Sorbona a los 50 años y el jersey de cuello vuelto le hacía juego con el mechón de pelo que le sombreaba la frente y aparecía en las fotos tocando la trompeta y se comportaba con una ética personal coherente con lo que escribía, no es extraño que produjera estragos entre los lectores libres e imaginativos de entonces. No había ninguna chica que, después de leer Rayuela, no soñara con ser la Maga.

Cuando en 1981 Mitterrand le concedió la nacionalidad francesa, en una pared de Buenos Aires apareció esta pintada: “Volvé, Julio, qué te cuesta”. Cortázar volvió a Buenos Aires para visitar a su madre muy enferma y se le vio vagar por el aeropuerto de Eceiza como un extraño, sin que nadie hubiera acudido a recibirle. Nunca fue aceptado por ninguna autoridad establecida. Hoy, en el barrio de Palermo de Buenos Aires hay una plazoleta con su nombre, de la que arranca la calle dedicada a Jorge Luis Borges y muy cerca se alarga un paredón donde en la oscuridad se sacrifican los travestis.

Conoció otros amores. La lituana Ugnė Karvelis forzó su divorcio con Aurora y lo concienció políticamente, y a partir de entonces hubo el otro Cortázar: el que bajó de la torre de marfil al barro para comprometerse con las causas perdidas, el que firmaba manifiestos, presidía tribunales contra las tiranías de Videla y de Pinochet, el que amaba a Salvador Allende y el sandinismo de Nicaragua; esta actitud militante, unida a su estética de vanguardia, fue una mezcla explosiva para sus lectores de izquierdas, pero acabó por distanciarlo de algunos viejos amigos y colegas latinoamericanos que antepusieron su ideología a su admiración. Luego su pasión por Carol Dunlop le hizo cabalgar en otros viajes, uno de los cuales fue el que los llevó al más allá. Carol partió primero a causa de la leucemia y dos años después esta misma enfermedad acabó también con el escritor. A medida que envejecía su rostro lampiño iba recobrando las facciones de un niño, con sus mismas piernas interminables. Murió el 12 de febrero de 1984 en el hospital de St Lazare y la gallega Aurora Bernárdez, que había vuelto a su lado, lo acompañó hasta el final durmiendo en una colchoneta en el suelo.

Cortázar está enterrado en la misma tumba de Carol, en el cementerio de Montparnasse, y sus fieles, cuando la visitan, cumplen con el rito de dejar sobre la nubecilla grabada en la losa un vaso de vino y un papel con el dibujo de una rayuela, ese juego de los niños en la calle. Sin premios, ni medallas, ni academias, ni ropones severos, se fue al otro mundo sólo con la pasión de sus lectores. En Cortázar amábamos lo que París tenía de libertad y a toda una lista de amores, personajes y lugares secretos, que uno podía confeccionar en un minuto, y también a todas las chicas que pasaban en bicicleta, con la baguette y un libro en la cestilla del manillar y que podían ser la Maga.

Manuel Vicent.

Cristina Peri Rossi – Julio Cortázar

J’ai lu avec intérêt le livre de souvenirs de la romancière et poète uruguayenne Cristina Peri Rossi Julio Cortázar y Cris. (Ediciones Cálamo, 2014). Elle rend hommage à Julio Cortázar qu’elle rencontra en 1974. Ils vécurent à Paris et Barcelone une relation intense d’amitié amoureuse jusqu’à la mort de l’écrivain argentin à l’hôpital saint-Lazare le 12 février 1984. Celui-ci écrivit Quince poemas de amor a Cris, publiés en 1984 dans Salvo el crepúsculo (Alfaguara, 1984). Ce livre a été édité en français sous le titre Crépuscule d’automne. Traduction: Silvia Baron Supervielle. Paris, José Corti, 2010.

Quelques citations:

«No me gusta viajar, me gustan las personas»

«La provincia literatura es la provincia vida, son el mismo país.»

«Desde entonces pienso que tendríamos que conservar la voz de nuestros seres queridos como conservamos las fotografías o los objetos fetiche.»

«El tiempo real es el pasado, el tiempo inmediato es el pasado.»

«¿Quién que lee no es un melancólico, quién que escribe no lo es?»

«Lo cierto es que ni a vos ni a mí nos atraía mucho la cala, aunque nos gustaba mirar el mar; más bien nos repelía la arena, ese lugar donde se crían bichos conchudos.»

«-¿Sabés una cosa? A los pocos días de la muerte de Carol, levanté el teléfono y escuché un mensaje grabado. Era de Onetti. Decía: «El de arriba es un Hijo de Puta.»

«Los paranoicos son los únicos que comprenden el misterio de la vida.»

Texte lu à la Maison de l’Améerique Latine en espagnol par Julio Cortázar et en français Laure Bataillon un soir des années 80 après la mort de Carol Dunlop.

Las líneas de la mano (Julio Cortázar)

“De una carta tirada sobre la mesa sale una línea que corre por la plancha de pino y baja por una pata. Basta mirar bien para descubrir que la línea continúa por el piso de parqué, remonta el muro, entra en una lámina que reproduce un cuadro de Boucher, dibuja la espalda de una mujer reclinada en un diván y por fin escapa de la habitación por el techo y desciende en la cadena del pararrayos hasta la calle. Ahí es difícil seguirla a causa del tránsito, pero con atención se la verá subir por la rueda del autobús estacionado en la esquina y que lleva al puerto. Allí baja por la media de nilón cristal de la pasajera más rubia, entra en el territorio hostil de las aduanas, rampa y repta y zigzaguea hasta el muelle mayor y allí (pero es difícil verla, solo las ratas la siguen para trepar a bordo) sube al barco de turbinas sonoras, corre por las planchas de la cubierta de primera clase, salva con dificultad la escotilla mayor y en una cabina, donde un hombre triste bebe coñac y escucha la sirena de partida, remonta por la costura del pantalón, por el chaleco de punto, se desliza hasta el codo y con un último esfuerzo se guarece en la palma de la mano derecha, que en ese instante empieza a cerrarse sobre la culata de una pistola.”

Historias de cronopios y de famas, 1962.

Les lignes de la main

D’une lettre jetée sur la table s’échappe une ligne qui court sur la veine d’une planche et descend le long d’un pied. Si l’on regarde attentivement, on s’aperçoit qu’à terre la ligne suit les lames du parquet, remonte le long du mur, entre dans une gravure de Boucher, dessine l’épaule d’une femme allongée sur un divan et enfin s’échappe de la pièce par le toit pour redescendre dans la rue par le câble du paratonnerre. Là il est difficile de la suivre à cause du trafic mais si l’on s’en donne la peine, on la verra remonter sur la roue d’un autobus arrêté qui va au port… Elle monte sur le bateau aux sonores turbines, glisse sur les planches du pont de première classe, franchit avec difficulté la grande écoutille et, dans une cabine où un homme triste boit du cognac, elle remonte la couture de son pantalon, gagne son pull-over, se glisse jusqu’au coude et, dans un dernier effort, se blottit dans la paume de sa main droite qui juste à cet instant saisit un revolver.

Cronopes et fameux, Gallimard, Collection du Monde entier, 1977. Traduction: Laure Guille-Bataillon. Folio n° 2435, 1992.

Édition hongroise. Institut Cervantes de Budapest.

Albert Camus

Albert Camus dans son bureau au journal Combat. 1945.

« Au milieu des cris qui redoublaient de force et de durée, qui se répercutaient longuement jusqu’au pied de la terrasse, à mesure que les gerbes multicolores s’élevaient plus nombreuses dans le ciel, le docteur Rieux décida alors de rédiger le récit qui s’achève ici, pour ne pas être de ceux qui se taisent, pour témoigner en faveur de ces pestiférés, pour laisser du moins un souvenir de l’injustice et de la violence qui leur avaient été faites, et pour dire simplement ce qu’on apprend au milieu des fléaux, qu’il y a dans les hommes plus de choses, à admirer que de choses à mépriser.

Mais il savait cependant que cette chronique ne pouvait pas être celle de la victoire définitive. Elle ne pouvait être que le témoignage de ce qu’il avait fallu accomplir et que, sans doute, devraient accomplir encore, contre la terreur et son arme inlassable, malgré leurs déchirements personnels, tous les hommes qui, ne pouvant être des saints et refusant d’admettre les fléaux, s’efforcent cependant d’être des médecins.

Écoutant, en effet, les cris d’allégresse qui montaient de la ville, Rieux se souvenait que cette allégresse était toujours menacée. Car il savait ce que cette foule en joie ignorait, et qu’on peut lire dans les livres, que le bacille de la peste ne meurt ni ne disparaît jamais, qu’il peut rester pendant des dizaines d’années endormi dans les meubles et le linge, qu’il attend patiemment dans les chambres, les caves, les malles, les mouchoirs et les paperasses, et que, peut-être, le jour viendrait où, pour le malheur et l’enseignement des hommes, la peste réveillerait ses rats et les enverrait mourir dans une cité heureuse.»

La Peste. Gallimard, 1947.

Ricardo Menéndez Salmón – Dylan Thomas

J’ai terminé de lire hier soir le récit de Ricardo Menéndez Salmón No entres dócilmente en esa noche quieta (Seix Barral, 2020). Ce livre m’ a déçu par son ton froid et distancié. J’avais pourtant aimé certains des livres précédents de cet auteur, particulièrement la trilogie du mal (La ofensa, Derrumbe et El corrector). C’est un livre autobiographique qui évoque la figure de son père malade, auprès duquel il a grandi et souffert. Ce père est décédé à l’hôpital de la Croix Rouge de Gijón le 12 juin 2015 après 33 ans de maladie. Je n’ai pas retrouvé la compréhension et la tendresse dont fait preuve Manuel Vilas dans Ordesa (Alfaguara, 2018). Il s’agit plutôt d’un règlement de comptes. Le titre évoque le célèbre poème de Dylan Thomas (1914-1953). Dans le film Interstellar de Christopher Nolan (2014), le professeur Brand (Michael Caine) et le Dr. Mann (Matt Damon) récitent des passages de ce poème à différents moments du film. Il est également utilisé comme thème des différentes luttes entreprises par Cooper (Matthew McConaughey).

Oeuvres:

  • La filosofía en invierno, KRK Ediciones, 1999 (réédition en 2007).
  • Panóptico, KRK ediciones, 2001.
  • Los arrebatados, Ediciones Trea, 2003.
  • Los caballos azules, Ediciones Trea, 2005.
  • La noche feroz, KRK Ediciones 2006. Réédition Seix Barral, 2011.
  • La ofensa, Seix Barral, 2007.
  • Gritar, Lengua de Trapo, Madrid, 2007. Réédition 2012.
  • Derrumbe. Seix Barral, 2008.
  • El corrector, Seix Barral, 2009.
  • La luz es más antigua que el amor, Seix Barral, 2010.
  • Medusa, Seix Barral, 2012.
  • Niños en el tiempo, Seix Barral, 2014.
  • El Sistema, Seix Barral, 2016.
  • Homo Lubitz, Seix Barral, 2018.
  • No entres dócilmente en esa noche quieta, Seix Barral, 2020.

Traductions en français:
La philosophie en hiver, Éditions Jacqueline Chambon, París, 2011. Traduction de Delphine Valentin.
L’offense, Actes Sud, Arlés, 2009. Traduction d’ Aleksandar Grujicic et Elisabeth Beyer.
Débâcle, Éditions Jacqueline Chambon, París, 2015. Traduction de Jean-Marie Saint-Lu.
Le correcteur, Éditions Jacqueline Chambon, París, 2011. Traduction de Delphine Valentin.
La lumière est plus ancienne que l’amour, Éditions Jacqueline Chambon, París, 2012. Traduction de Delphine Valentin.
Medusa , Éditions Jacqueline Chambon, París, 2013. Traduction de Jean-Marie Saint-Lu.
Enfants dans le temps, Éditions Jacqueline Chambon, París, 2016. Traduction de Jean-Marie Saint-Lu.
L’Île Réalité, Éditions Jacqueline Chambon, París, 2018. Traduction de Jean-Marie Saint-Lu.

Do not go gentle into that good night (Dylan Thomas). 1951.

Do not go gentle into that good night,
Old age should burn and rave at close of day;
Rage, rage against the dying of the light.

Though wise men at their end know dark is right,
Because their words had forked no lightning they
Do not go gentle into that good night.

Good men, the last wave by, crying how bright
Their frail deeds might have danced in a green bay,
Rage, rage against the dying of the light.

Wild men who caught and sang the sun in flight,
And learn, too late, they grieve it on its way,
Do not go gentle into that good night.

Grave men, near death, who see with blinding sight
Blind eyes could blaze like meteors and be gay
Rage, rage against the dying of the light.

And you, my father, there on the sad height,
Curse, bless, me now with your fierce tears, I pray.
Do not go gentle into that good night.
Rage, rage against the dying of the light.

N’entre pas sans violence dans cette bonne nuit

N’entre pas sans violence dans cette bonne nuit,
Le vieil âge devrait brûler et s’emporter à la chute du jour ;
Rager, s’enrager contre la mort de la lumière.

Bien que les hommes sages à leur fin sachent que l’obscur est mérité,
Parce que leurs paroles n’ont fourché nul éclair ils
N’entrent pas sans violence dans cette bonne nuit.

Les hommes bons, passée la dernière vague, criant combien clairs
Leurs actes frêles auraient pu danser en un verre baie
Ragent, s’enragent contre la mort de la lumière.

Les hommes violents qui prient et chantèrent le soleil en plein vol,
Et apprenant, trop tard, qu’ils l’ont affligé dans sa course,
N’entrent pas sans violence dans cette bonne nuit.

Les hommes graves, près de mourir, qui voient de vue aveuglante
Que leurs yeux aveugles pourraient briller comme météores et s’égayer,
Ragent, s’enragent contre la mort de la lumière.

Et toi, mon père, ici sur la triste élévation
Maudis, bénis-moi à présent avec tes larmes violentes, je t’en prie.
N’entre pas sans violence dans cette bonne nuit.
Rage, enrage contre la mort de la lumière.

Vision et Prière. Poésie/Gallimard, 1991. Traduit de l’anglais par Alain Suied.

Lecture du poème par Dylan Thomas:

https://www.youtube.com/watch?v=1mRec3VbH3w

Poème récité par Anthony Hopkins. Scènes du film.

https://www.youtube.com/watch?v=4eRTkP7LQKc

Swansea. Statue de Dyman Thomas.

Henry James

Henry James. 1890.

NOUVELLES 1888-1896 (TOME III DES ŒUVRES COMPLÈTES) de Henry James. Traduites de l’anglais par Jean Pavans. Éditions de La Différence. 2008.

Henry James écrit la nouvelle Entre deux âges (The Middle Years) alors qu’il a 50 ans. Elle est publiée par la revue Scribner’s Magazine en 1893.

Le «pauvre Dencombe», un célèbre écrivain vieillissant, est en convalescence sur la côte anglaise, près de Bournemouth. Son éditeur lui envoie son dernier livre qui vient tout juste d’être imprimé. Il s’intitule The Middle Years. Il n’est pas content de ce qu’il relit. Il corrige encore le texte et envisage avec effroi la fin de sa vie. En se promenant, il croise un jeune homme qui tient à la main ce même livre qu’un ami critique vient de lui envoyer. Le jeune Hugh est médecin et fait devant l’écrivain, qu’il ne reconnaît pas, un éloge enthousiaste et sincère. Il accompagne une riche et excentrique comtesse anglaise qui séjourne avec sa dame de compagnie, Miss Vernham, dans le même hôtel que Dencombe. Le jeune médecin délaisse la comtesse pour s’occuper de l’écrivain souffrant. Elle meurt peu après et ne laisse rien en héritage au jeune homme alors qu’elle lui en avait fait un moment la promesse. Le doute mystique de l’écrivain habité par la foi en son art sacré est pathétiquement exprimé par Dencombe mourant dans les bras du docteur Hugh.

Quelques extraits du texte:

«It came over him in the long, quiet hours that only with The Middle Years had he taken his flight; only on that day, visited by soundless processions, had he recognised his kingdom. He had had a revelation of his range. What he dreaded was the idea that his reputation should stand on the unfinished. It was not with his past but with his future that it should properly be concerned. Illness and age rose before him like spectres with pitiless eyes: how was he to bribe such fates to give him the second chance? He had had the one chance that all men have – he had the chance of life.»

Page 684. « Et cet élan, il se convainquit, durant ces longues heures solitaires, qu’il l’avait pris seulement avec Entre deux âges: c’était seulement ce jour-là que, visité par des processions silencieuses, il avait reconnu son royaume. Il avait eu la révélation de son registre. Ce qu’il redoutait, c’était que sa réputation pût s’établir sur une expérience inachevée. C’était, non pas sur son passé, mais sur son avenir, que sa réputation devait se fonder. L’âge et la maladie se dressaient devant lui comme des spectres aux yeux impitoyables: comment pourrait-il les soudoyer afin d’obtenir une deuxième chance? Il avait eu l’unique chance qu’ont tous les êtres humains: il avait eu la chance de venir au monde.»

«…It isn’t till we are old that we begin to tell ourselves we’re not!»

«He recovered himself, however, to explain, lucidly enough, that if he, ungraciously, knew nothing of such a balm, it was doubtless because he had wasted inestimable years. He had followed literature from the first, but he had taken a life-time to get alongside of her. Only today, at last, had he begun to see, so that what he had hitherto done was a movement without of direction. He had ripened too late and was so clumsily constituted that he had had to teach himself by mistakes.»

Page 685 « C’est seulement quand on est vieux, qu’on commence à se dire qu’on ne l’est pas.»

«Il se ressaisit, cependant, pour expliquer, assez lucidement, que si lui, malheureusement, ignorait une pareille consolation, c’était sans doute parce qu’il avait gâché des années inestimables. Il avait suivi la littérature dès le début, mais il lui avait fallu toute une vie pour la rattraper. Seulement aujourd’hui, enfin, il s’était mis à voir, et ce qu’il avait fait jusqu’à présent n’était que des tâtonnements désorientés. Il avait mûri trop tard; il s’était si mal constitué qu’il n’avait pu s’instruire qu’en faisant des erreurs.»

«Two days later Dencombe observed to him, by way of the feeblest of jokes, that there would now be no question whatever of a second chance. At this the young man stared; then he exclaimed: «Why, it has come to pass – it has come to pass! The second chance has been the public’s – the chance to find the point of view, to pick up the pearl!»
«Oh, the pearl!» por Dencombe uneasily sighed. A smile as cold as a winter sunset flickered on his drawn lips as he added: «The pearl is the unwritten – the pearl is the unalloyed, the rest, the lost!»

Page 690. «Deux jours plus tard, Dencombe lui déclara, en guise de très faible plaisanterie, qu’il pouvait absolument ne plus être question d’une quelconque deuxième chance. Le jeune homme écarquilla les yeux; puis il s’écria: «Quoi, elle a déjà eu lieu…elle a déjà eu lieu! La deuxième chance a été celle du public…la chance de comprendre le point de vue, de saisir la perle! “Oh, la perle!” soupira avec peine le pauvre Descombe. Un sourire froid comme un crépuscule d’hiver joua sur ses lèvres crispées quand il ajouta: «La perle est ce qui n’est pas écrit…La perle est ce qui n’ a pas été agrégé, c’est le reste, c’est ce qui est perdu!»

” Not my glory – what there is of it! It is glory – to have been tested, to have had out little quality and cast our little spell. The thing is to have made somebody care. You happen to be crazy, or course, but that doesn’t affect the law.»
«You’re a great success!» said Doctor Hugh, putting into his young voice the ring of a marriage-bell.
Dencombe lay taking this in; then he gathered strength to speak once more. A second chance—that’s the delusion. There never was to be but one. We work in the dark–we do what we can—we give what we have. Our doubt is our passion and our passion is our task. The rest is the madness of art”.
«If you,ve doubted, if you’ve despaired, you’ve always done it,» his visitor subtly argued.
«We’ve done something or other,» Dencombe conceded.
«Something or other is everything. It’s the feasible. It’s you
«Comforter!» poor Dencombe ironically sighed.
«But it’s true,» insited his friend.
«It’s true. It’s frustration that doesn’t count.»
«Frustration’s only life,» said Doctor Hugh.
«Yes, it’s what passes.» Poor Dencombe was barely audible, but he had marked with the words the virtual end of his first and only chance.»

Page 691 « – Pas ma gloire, en effet…pour ce qu’elle est! C’est de la gloire, que d’avoir été compris, que d’avoir opéré un charme. L’essentiel, c’est d’avoir attiré l’intérêt de quelqu’un. Vous êtes fou, bien sûr, mais cela ne contredit pas la loi.

– Vous avez magnifiquement réussi!» dit le docteur Hugh en mettant dans sa voix juvénile des échos de carillon de mariage.
Dencombe entendit cela sans bouger; puis il rassembla ses forces pour parler encore. «Une deuxième chance…voilà l’illusion! Il n’y en a jamais qu’une seule. Nous travaillons dans les ténèbres, nous faisons ce que nous pouvons, nous donnons ce que nous avons. Notre doute est notre passion, et notre passion est notre devoir. Le reste est la folie de l’art.

– Si vous avez douté, si vous avez désespéré, vous avez toujours fait quelque chose, argua subtilement son visiteur.

– Nous faisons toujours une chose ou une autre, concéda Dencombe.

– Une chose ou une autre est tout! C’est ce qui est faisable. C’est vous!

– Optimiste! Soupira ironiquement le pauvre Dencombe.

– Mais c’est vrai, insista son ami.

– C’est vrai. Ce qui ne compte pas c’est la frustration.

– La frustration n’est que la vie, dit le docteur Hugh.

– Oui, et c’est ce qui se passe.» Le pauvre Dencombe était à peine audible; mais il avait marqué avec ces paroles la fin effective de sa première et unique chance.»

On trouve aussi une autre traduction (Les Années médianes) dans le tome III des Nouvelles complètes 1888-1898. Gallimard, Bibliothèque de la Pléiade, 2011. Traduction de François Piquet.

Philip Roth.

Philip Roth parle de cette nouvelle dans son roman The Ghost Writer (1979), L’écrivain des ombres, Gallimard 1981. Premier tome du cycle Nathan Zuckerman. Cf. Zuckerman enchaîné. Traduction: Henri Robillot et Jean-Pierre Carasso. Folio n°1877. 1987.
Nathan Zuckerman, un jeune écrivain prometteur des années 1950, est victime du jugement de sa famille juive qui trouve que ses nouvelles ne décrivent pas la communauté sous son meilleur jour, mais qu’au contraire, elles tendent à inciter à l’antisémitisme. Le protagoniste décide donc de rendre visite à son idole littéraire, E. I. Lonoff, en quête de reconnaissance.
Toute l’histoire se déroule en 24 heures, chez ce grand écrivain, où Zuckerman rencontre Amy Bellette, une jeune femme qui pourrait être la maîtresse de Lonoff, et qu’il s’imaginera être Anne Frank.
Cette œuvre met en avant les tensions entre l’écriture et les conventions.

«Je lus entièrement deux fois de suite la nouvelle, cherchant à découvrir ce que je pouvais sur le doute qui est la passion de l’écrivain, la passion qui est son devoir et la folie – quelle idée – de l’art.»

Léon Edel, le grand spécialiste d’Henry James, a écrit une magnifique biographie de cet auteur: Henry James, une vie. Traduction André Müller, Paris, Seuil, 1990. Édition originale New York, Harper & Row, 1985.

Luis Cernuda

Sevilla. Jardines del Alcázar. Lado oeste desde un balcón de la galería del Grutesco.

Nous devions aller à Séville en mars. Voyage annulé pour cause de confinement. Dommage! Juan Ramón Jiménez, dans son Diario de un poeta recién casado (1917) s’exprimait ainsi:

“En la primavera universal, suele el Paraíso descender hasta Sevilla”

Évocation nostalgique d’une fontaine des jardins de l’Alcázar où le poète Luis Cernuda (1902-1963) venait quand il était jeune. Il vivait alors en exil à Glasgow, ville qu’il détestait.

Jardín antiguo

Ir de nuevo al jardín cerrado,
Que tras los arcos de la tapia,
Entre magnolios, limoneros,
Guarda el encanto de las aguas.

Oír de nuevo en el silencio,
Vivo de trinos y de hojas,
El susurro tibio del aire
Donde las almas viejas flotan.

Ver otra vez el cielo hondo
A lo lejos, la torre esbelta
Tal flor de luz sobre las palmas:
Las cosas todas siempre bellas.

Sentir otra vez, como entonces,
La espina aguda del deseo,
Mientras la juventud pasada
Vuelve. Sueño de un dios sin tiempo.

Glasgow, 13 de septiembre de 1939.

Las nubes, 1937-1940.

Jardin ancien

Revenir à ce jardin clos,
Qui derrière les arcs du mur,
Parmi magnolias, citronniers,
Garde l’enchantement des eaux.

Entendre encor dans le silence,
Vivant de trilles et de feuilles,
Le tiède murmure de l’air
Où flottent des âmes anciennes,

Voir de nouveau le ciel profond
Dans le lointain, la tour svelte
Fleur de lumière sur les palmes:
Toutes les choses toujours belles.

Sentir de nouveau, comme alors,
L’épine acérée du désir,
Tandis que la jeunesse enfuie
Revient. Songe d’un dieu sans temps.

Les nuages 1937-1940. Traduction de Jacques Ancet.