Vicente Aleixandre 1898 – 1984

Vicente Aleixandre.

Ciudad del paraíso

Siempre te ven mis ojos, ciudad de mis días marinos.
Colgada del imponente monte, apenas detenida
en tu vertical caída a las ondas azules,
pareces reinar bajo el cielo, sobre las aguas,
intermedia en los aires, como si una mano dichosa
te hubiera retenido, un momento de gloria, antes de hundirte
para siempre en las olas amantes.

Pero tú duras, nunca desciendes, y el mar suspira
o brama, por ti, ciudad de mis días alegres,
ciudad madre y blanquísima donde viví, y recuerdo,
angélica ciudad que, más alta que el mar, presides sus espumas.

Calles apenas, leves, musicales. Jardines
donde flores tropicales elevan sus juveniles palmas gruesas.
Palmas de luz que sobre las cabezas aladas,
mecen el brillo de la brisa y suspenden
por un instante labios celestiales que cruzan
con destino a las islas remotísimas, mágicas,
que allá en el azul índigo, libertadas, navegan.

Allí también viví, allí, ciudad graciosa, ciudad honda.
Allí, donde los jóvenes resbalan sobre la piedra amable,
y donde las rutilantes paredes besan siempre
a quienes siempre cruzan, hervidores, en brillos.

Allí fui conducido por una mano materna.
Acaso de una reja florida una guitarra triste
cantaba la súbita canción suspendida en el tiempo;
quieta la noche, más quieto el amante,
bajo la luna eterna que instantánea transcurre.

Un soplo de eternidad pudo destruirte,
ciudad prodigiosa, momento que en la mente de un Dios emergiste.
Los hombres por un sueño vivieron, no vivieron,
eternamente fúlgidos como un soplo divino.

Jardines, flores. Mar alentado como un brazo que anhela
a la ciudad voladora entre monte y abismo,
blanca en los aires, con calidad de pájaro suspenso
que nunca arriba ¡Oh ciudad no en la tierra!

Por aquella mano materna fui llevado ligero
por tus calles ingrávidas. Pie desnudo en el día.
Pie desnudo en la noche. Luna grande. Sol puro.
Allí el cielo eras tú, ciudad que en él morabas.
Ciudad que en él volabas con tus alas abiertas.

Sombra del Paraíso (1939-1943), 1944.

La nuit de l’Espagne franquiste. Á Madrid, 3 rue Velintonia (aujourd’hui rue Vicente Aleixandre), dans la retraite de sa petite maison tranquille, un poète, depuis des mois, interroge le silence. Il a quarante-six ans. Une santé délicate (néphrite tuberculeuse en 1925 et ablation d’un rein en 1932) (“una mala salud de hierro”) l’oblige à observer chaque après-midi de longues heures de repos dans son jardin. Les franquistes ont tué son ami Federico García Lorca. Les autres poètes de sa génération ont dû s’exiler : Rafael Alberti, Luis Cernuda, Jorge Guillén, Pedro Salinas, Manuel Altolaguirre, Emilio Prados. Le plus jeune, son protégé d’Orihuela, Miguel Hernández, est mort de tuberculose en prison à Alicante, le 28 mars 1942, deux ans auparavant.

La mémoire de Vicente Aleixandre le ramène à l’époque heureuse de son enfance, de son adolescence, dans la ” ville du Paradis ” (Málaga), ” l’angélique cité qui, surplombant la mer, préside à son écume “.

Un livre naît, l’un des plus caractéristiques de la poésie espagnole du XX ème siècle: Ombre du Paradis.

Vicente Aleixandre a obtenu le Prix Nobel de Littérature en 1977. Il est mort, tout près de chez lui, dans la clinique Santa Elena où est né le 15 septembre 2019, mon petit-fils, M.

Traductions en français:

La destruction ou l’amour. Traduction française de Jacques Ancet. Federop, 1975 &1977.

Poésie totale. Traduction française de Roger Noël-Mayer. Gallimard, 1977.

Ombre du paradis. Traduction française de Roger Noël-Mayer et Claude Couffon. Gallimard, 1980.

Málaga. Teatro romano siglo I a.de C. Alcazaba siglo XI.

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