Raquel Lanseros

Raquel Lanseros.

Guerra con G de genocidio

                                      

Fue en España donde mi generación aprendió
que uno puede tener razón
y ser derrotado
.

Albert Camus

                                       

Existen muchas formas de perder una guerra.
Puede perderse por faltas de adhesiones
por abuso de fuerza
por el macabro redoble de monedas
contra las mesas de altos gabinetes.
Una guerra se puede perder por omisión.
Y es posible perder
una guerra de todas las maneras.

Eso ocurrió en España.
Como era de esperar, Goliat vence a David.
Pablo Neruda dijo: Mirad mi casa muerta,
mirad España rota.

Mis abuelos no dijeron nada.
Comprendieron muy bien que era hablar o vivir.
Fueron pariendo en silencio a sus hijos,
el silencio que arrulla los nombres de los mártires.

Muchos años pasaron
pero lo nuevoviejo no cesó de amamantar
el silencio con ira.
Ese silencio enfermo engordó tanto
que su enorme barriga es un acantilado
donde se estrella cada día la verdad.

Fue en España donde mi generación aprendió
que una guerra también puede perderse
mucho antes de nacer.

Matria (Visor, Madrid, 2018; 2ª ed. 2019)

Raquel Lanseros es una poeta española nacida en 1973 en Jerez de la Frontera (Andalucía).
Su libro Matria ha sido galardonado en abril 2019 con el Premio de la Crítica 2018 que otorga anualmente la Asociación Española de Críticos Literarios (AECL) al mejor libro de poesía.
Desde 2018 es profesora de Didáctica de la Lengua y Literatura en la Universidad de Zaragoza.

Rafael Alberti

Rafael Alberti. Punta del Este.1943.

Rafael Alberti évoque la figure de Ramón dans La arboleda perdida. Il critique ses prises de position franquistes, mais reconnaît son génie.

La arboleda perdida. Tercer libro (1931-1977). 1987.

«Ramón Gómez de la Serna vive muy aislado, casi oculto, en la ciudad de Buenos Aires desde el inicio de nuestra guerra civil. Yo, a pesar de que lo admiraba de verdad, me pasé muchos años sin saludarlo, debido a su tonto e innecesario franquismo, que lo alejó de sus más grandes amigos. Ramón se aburría hasta el infinito -él, tan bullanguero y sacamuelas- en la Argentina sin su tertulia cafetera de Pombo, en la que había sido su dirigente inagotable y genial. Un día, un hermano, por cierto comunista, de su mujer, la delicada y muy hermosa escritora hebrea Luisa Sofovich, me dijo que Ramón vivía muy triste, sin ver a nadie, desesperado, tan lejos de Madrid, preguntándome tímidamente si a mí no me importaría verlo. Me emocionó la petición. Nunca habíamos comprendido el franquismo de Ramón, digno, en verdad, de aquel personaje de su novela Gustavo el incongruente, pues al principio de la guerra, allá en su soledad argentina, Ramón había escrito greguerías laudatorias dedicadas a Ramón Franco, el aviador, creyendo que se trataba del generalísimo. ¡Gran ramonada esta ramoniana confusión de Ramón! Cuando por fin fui a verlo, Ramón me recibió sentado ante la mesa de su comedor, como si estuviera oficiando en su amada tertulia pombiana, iluminándosele la ancha cara de chispero goyesco, hablando alegremente, casi a gritos, y levantándose, a veces, lo mismo que en el cuadro que Gutiérrez Solana le pintó, rodeado de los más famosos contertulios. De pronto, Ramón alzó una mano, ofreciéndole el dedo índice doblado a su mujer, como si fuese el saltadero de una jaula, invitándola muy cariñosamente: “Apoye usted, mi pajarito, sus patitas en este dedo”. Luisa, prendiendo dos de los suyos sobre el que le ofrecía Ramón, estuvo así todo el tiempo que duró la visita. En un momento que Ramón aspiró una bocanada de humo que yo solté de mi pipa, me preguntó por el tabaco que fumaba. “Dunhill”, le dije. Muy serio entonces, me sentenció, rotundo: “¡Cáncer! Mi hermano fumaba esos tabacos. Y se murió. Hay que fumar el que yo fumo: La hija del toro de América“. Y a continuación se preparó una pipa con aquel horrible tabaco, que levantó una fumarola como la del Vesubio, despidiendo un fuerte olor a yerbajos secos, mezclado con el de las cerillas que había dejado dentro del hogar de su pipa, ya que aquel tabaco -afirmaba- tenía mejor sabor mezclado con ellas.

Más tarde, y ya muerto Ramón, le dediqué este soneto impuntuado, en el que quise dar, todo revuelto, lo que fue para mí el gran inventor de las greguerías:

Por qué franquista tú torpe ramón
elefante ramón payaso harina
ramón zapato alambre golondrina
solana madrid pombo pin pan pon

ramón senos ramón chapeaumelón
tío-vivo ramón pipa pamplina
sacamuelas trapero orina esquina
y con de en por sin sobre tras ramón

ramón columpio múltiple vaivén
descabezado tonto ten sin ten
ramón orquesta solo de trombón

ramón timón tampón titiritero
incongruente inverosímil pero
ramón genial ramón solo ramón.

… Pero le dije a Ramón que Juan Ramón Jiménez estaba en Buenos Aires. Habían sido en otro tiempo muy amigos. Discretamente, Juan Ramón me insinuó que quería verlo, que se lo preguntara. Ramón dijo que sí. Al día siguiente, yo acompañé al poeta de Huelva con su mujer, Zenobia, a casa de Ramón. La escalera del piso donde vivía arrancaba del zaguán. Cuando llegamos, Ramón esperaba en el rellano de su piso al lado de Luisita. “¡Un momento!”, gritó a Juan Ramón, sin más saludo. “¡Un momento! ¿Puedes explicarme, antes de subir, por qué escribes Dios sin mayúscula últimamente? A Dios le han quitado ya todo en la tierra. Y ahora vienes tú y le quitas lo último que le quedaba: la mayúscula. Promete que se la devolverás”. A Juan Ramón le temblaba la barba. Balbució algo que no entendí. Y me fui detrás de él y de Zenobia, cerrando la puerta de la calle suavemente.»

Pablo Neruda

Ramón Gómez de la Serna, 1931.

Oda a Ramón Gómez de la Serna

Ramón
está escondido,
vive en su gruta
como un oso de azúcar.
Sale sólo de noche
y trepa por las ramas
de la ciudad, recoge
castañas tricolores,
piñones erizados,
clavos de olor, peinetas de tormenta,
azafranados abanicos muertos,
ojos perdidos en las bocacalles,
y vuelve con su saco
hasta su madriguera trasandina
alfombrada con largas cabelleras
y orejas celestiales.

Vuelve lleno de miedo
al golpe de la puerta,
al ímpetu
espacial de los aviones,
al frío que se cuela desde España,
a las enredaderas, a los hombres,
a las banderas, a la ingeniería.

Tiene miedo de todo.

Allí en su cueva
reunió los alimentos
migratorios
y se nutre de claridad sombría
y de naranjas.

De pronto
sale un fulgor, un rayo
de su faro
y el haz ultravioleta
que encerraba
su frente
nos ilumina el diámetro y la fiesta,
nos muestra el calendario
con Viernes más profundos,
con Jueves como el mar vociferante,
todo repleto, todo
maduro con sus orbes,
porque el revelador del universo
Ramón se llama y cuando
sopla en su flor de losa, en su trompeta,
acuden manantiales,
muestra el silencio sus categorías.
Oh Rey Ramón,
monarca
mental,
director
ditirámbico
de la interrogadora poesía,
pastor de las parábolas
secretas, autor
del alba y su
desamparado
cataclismo,
poeta
presuroso
y espacioso,
con tantos sin embargos
con tantos ojos ciegos,
porque
viéndolo todo
Ramón se irrita
y se desaparece,
se confunde en la bruma
del calamar lunario
y el que todo lo dice
y puede
saludar lo que va y lo que viene,
de pronto
se inclina hacia anteayer, da un cabezazo
contra el sol de la historia,
y de ese encuentro salen chispas negras
sin la electricidad de su insurgencia.

Escribo en Isla Negra,
construyo
carta y canto.
El día estaba roto
como la antigua estatua
de una diosa marina
recién sacada de su lecho frío
con lágrimas y légamo,
y junto al movimiento
descubridor
del mar y sus arenas,
recordé los trabajos
del Poeta,
la insistencia radiante de su espuma,
el venidero viento de sus olas.

Y a Ramón
dediqué
mis himnos matinales,
la culebra de mi caligrafía,
para cuando
salga
de su prolija torre de carpincho
reciba la serena
magnitud de una ráfaga de Chile
y que le brille al mago el cucurucho
y se derramen todas sus estrellas.

Navegaciones y regresos, Buenos Aires: Losada, 1959.

Ramón Gómez de la Serna 1888 – 1963

Ramón Gómez de la Serna et sa poupée en cire. Ramón Gómez de la Serna, con su muñeca de cera. (Alfonso)

Greguerías.
«Hay que hacer tumbas con periscopio.»

«Il faut faire des tombes avec des périscopes.»

«Queremos ser de piedra y somos de gelatina.»

«Nous voulons être de pierre et nous sommes de gélatine.»

«Los fantasmas salen por un espejo y se meten por otro.»

«Les fantômes sortent par un miroir et ils entrent par un autre.»

«La tortícolis del ahorcado es incurable.»

«Le torticolis du pendu est incurable.»


«Yo no seré ga-ga, porque seré ja-ja.»

«Lo más importante de la vida es no haber muerto.»

“Aburrirse es besar a la muerte.”

“El cerebro es un paquete de ideas arrugadas que llevamos en la cabeza.”

“En realidad, los seguros de vida son seguros de muerte.”

“Escritor es el que descubre que las palabras salen de la mano.”

«La felicidad consiste en ser un desgraciado que se sienta feliz.”

“Si te conoces demasiado a ti mismo, dejarás de saludarte.”

“Aquel tipo tenía un tic, pero le faltaba un tac: por eso no era un reloj.”

“Las croquetas deberían tener hueso, para que pudiéramos llevar la cuenta de las que comemos.”

“Roncar es tomar ruidosamente sopa de sueño”.

“Como daba besos lentos le duraban más los amores”.

«Menos mal que a los mosquitos no les ha dado por tocar el saxofón.»

«Nunca es mañana; siempre es hoy.»

Retrato de Ramón Gómez de la Serna. (Diego Rivera) 1915. Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires

José Bergamín II 1895 -1983

La tertulia del café Pombo (José Gutiérrez Solana). 1920. Madrid, Museo Reina Sofía. Esta tertulia era presidida en Madrid en la calle de Carretas por el “padre de las vanguardias en España”, Ramón Gómez de la Serna. Bergamín era muy joven entonces pero su excepcional agudeza e inteligencia le permitía participar en pie de igualdad con conterturlios mayores. Manuel Abril, Tomás Borrás, José Bergamín, José Cabrero, Gómez de la Serna –de pie– Mauricio Bacarisse, el propio Solana autorretratado, Pedro Emilio Coll y Salvador Bartolozzi.

José Bergamín, grande figure qui traversa tout le XXe siècle espagnol est mort en 1983, tout de suite après avoir corrigé les épreuves de son dernier recueil de poèmes, En attendant la main de neige, c’est-à-dire la mort. Il sera enterré le lendemain, selon ses propres vœux, dans une tombe anonyme du cimetière de Fontarrabie (en basque : Hondarribia ; en espagnol : Fuenterrabía) De là, il domine la mer, comme la croix du Christ de ses trois grands sonnets (Tres sonetos a Cristo crucificado ante el mar) dédiés à Jacques et Raïssa Maritain et qu’Antonio Machado considérait parmi les plus beaux de la langue espagnole.

Tres sonetos a Cristo crucificado ante el mar

(París, 1937)

                   A Jacques y Raïssa Maritain

                  Solo a lo lejos el piadoso mar
                  Unamuno

                             I

No te entiendo, Señor, cuando te miro
frente al mar, ante el mar crucificado.
Solos el mar y tú. Tú en cruz anclado,
dando a la mar el último suspiro.

No sé si entiendo lo que más admiro:
que cante el mar estando Dios callado;
que brote el agua, muda, a su costado,
tras el morir, de herida sin respiro.

O el mar o tú me engañan, al mirarte
entre dos soledades, a la espera
de un mar de sed, que es sed de mar perdido.

¿Me engañas tú o el mar, al contemplarte
ancla celeste en tierra marinera,
mortal memoria ante inmortal olvido?

                         II

Ven ya, madre de monstruos y quimeras,
paridora de música radiante,
ven a cantarle al Hombre agonizante
tus mágicas palabras verdaderas.

Rompe a tus pies tus olas altaneras
deshechas en murmullo suspirante.
De la nube sin agua, al desbordante
trueno de voz, enciende tus banderas.

Relampaguea, de tormenta suma,
la faz divinamente atormentada
del Hijo a tus entrañas evadido.

Pulsa la cruz con dedos de tu espuma.
Y mece por el sueño acariciada,
la muerte de tu Dios recién nacido.

             III

No se mueven de Dios para anegarte
las aguas por sus manos esparcidas;
ni se hace lengua el mar en tus heridas
lamiéndolas del sal para callarte.

Llega hasta ti la mar, a suplicarte,
madre de madres por tu afán transidas,
que ancles en tus entrañas doloridas
la misteriosa voz con que engendrarte.

No hagas tu cruz espada en carne muerta;
mástil en tierra y sequedad hundido;
árbol en cielo y nubes arraigado.

Madre tuya es la mar: sola, desierta.
Mírala tú que callas, tú caído.
Y entrégale tu grito arrebatado.

Poesías casi completas, pp.23-24.

José Bergamín (Adolf Hoffmeister 1902 – 1973) 1939.

José Bergamín I 1895 – 1983

José Bergamín.

“Con los comunistas hasta la muerte… pero ni un paso más”

«Sería objetivo si fuera objeto, pero soy sujeto.»

«Las cosas como son. ¿Cómo son las cosas?”

“Buscar las raíces no es más que una forma subterránea de andarse por las ramas”

“Detrás de un patriota hay siempre un comerciante “

Gracias a M.V.F.

Madrid Plaza de la Independencia n°8. Casas Salabert. Conjunto de tres edificios en la esquina de la calle Alfonso XII y la Plaza de la Independencia 1878. (Francisco de Cubas 1826-1899) Ahí nació José Bergamín.

Juan Ramón Jiménez 1881 – 1958

Juan Ramón Jiménez.

Patria

¿De dónde es una hoja
transparente de sol?
—¿De dónde es una frente
que piensa, un corazón que ansía?—
¿De dónde es un raudal
que canta?

La realidad invisible (1917-1924)

Patrie

D’où vient une feuille
transparente de soleil ?
— D’où vient un front
qui pense, un coeur qui désire ? —
D’où vient un torrent
qui chante?

Juan Ramón Jiménez est né à Moguer, en Andalousie, le 23 ou 24 décembre 1881. Il est mort le 29 mai 1958 en exil à San Juan (Porto Rico). Son récit poétique le plus célèbre est Platero y yo (Elégie andalouse) publié en 1917. Il a reçu le Prix Nobel de littérature en 1956 .

Les éditions José Corti dans leur collection Ibériques, dirigée par Bertrand Fillaudeau, ont publié dans de belles éditions bilingues certains recueils de ce grand poète, connu aussi pour son mauvais caractère.

Espace, 1988.
Fleuves qui s’en vont, 1990.
Pierre et ciel, 1990.
Été, 1997.
Éternités, 2000.
Poésie en vers, 2002.
Beauté, 2005.

Juan Rulfo 1917 – 1986

Juan Rulfo. Autoportrait.

Juan Rulfo (Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno) est né à Sayula, une petite localité de l’état de Jalisco au Mexique le 16 mai 1917.

Il passe son enfance dans un orphelinat de Guadalajara car son père et de nombreux membres de sa famille ont été assassinés en 1923 pendant la guerre des Cristeros (1923-1927).

En 1947, il épouse Clara Angelina Aparicio Reyes (née 12 août 1928). Ils auront quatre enfants: Claudia Berenice, Juan Francisco, Juan Pablo et Juan Carlos.

Cet écrivain, scénariste et photographe mexicain, a publié essentiellement un recueil de 17 nouvelles, Le Llano en flammes (1953), qui traite de la vie des paysans de la région de Jalisco dans une nature aride et hostile et un roman, Pedro Páramo (1955), qui traite de la confusion entre le monde des morts et des vivants. Il reflète bien la fascination qu’entretiennent les Mexicains avec la mort (cf. la fête des morts).

C’est un des grands écrivains latino-américains du XX ème siècle. Son œuvre marque un tournant dans la littérature mexicaine. avec lui, c’est la fin du roman révolutionnaire (Martín Luis Guzmán, Francisco L. Urquizo et Mariano Azuela). Pedro Páramo a eu aussi une très grande influence sur les romanciers du boom latino-américain (Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa)

Juan Rulfo s’éloigne pourtant ensuite de l’écriture et travaille pour la télévision. Il finit sa carrière comme directeur éditorial de l’Instituto Indigenista de México, comparable au Bureau des affaires indiennes.

Il meurt à Mexico le 8 janvier 1986.

  • Le llano en flammes, Gallimard, 2001 ( El llano en llamas, 1953), Traduction: Gabriel Iaculli, 17 nouvelles.
  • Pedro Páramo, Gallimard, 1959 (Pedro Páramo, 1955). Traduction: Roger Lescot, roman. Nouvelle traduction, 2005: Gabriel Iaculli. Gallimard.
  • Le coq d’or, Gallimard, coll. «L’Imaginaire», 2009 ( El gallo de oro, 1980. Réédition 2010), Traduction: Gabriel Iaculli, roman. Écrit entre 1956 et 1958.
Clara Aparicio de Rulfo (Juan Rulfo) vers 1948.

Clara Aparicio, la veuve de Juan Rulfo a fait publier en 2000 81 lettres que son mari lui a envoyées entre 1944 y 1950.

Correspondance de Juan Rulfo. Aire de las colinas: Cartas a Clara (Editorial Sudamericana, 2000, Buenos Aires; Plaza Janés, México; Debate, Espagne)

México, 10 de enero de 1945

Muchachita:

No puedo dejar pasar un día sin pensar en ti. Ayer soñé que tomaba tu carita entre mis manos y te besaba. Fue un dulce y suave sueño. Ayer también me acordé de que aquí habías nacido y bendije esta ciudad por eso, porque te había visto nacer.
No sé lo que está pasando dentro de mí; pero a cada momento siento que hay algo grande y noble por lo que se puede luchar y vivir. Ese algo grande, para mí, lo eres tú. Esto lo he sabido desde hace mucho, más ahora que estoy lejos lo he ratificado y comprendido.
Estuve leyendo hace rato a un tipo que se llama Walt Whitman y encontré una cosa que dice:

El que camina un minuto sin amor,
Camina amortajado hacia su propio funeral.

Y esto me hizo recordar que yo siempre anduve paseando mi amor por todas partes, hasta que te encontré a ti y te lo di enteramente.
Clara, mi madre murió hace 15 años; desde entonces, el único parecido que he encontrado con ella es Clara Aparicio, alguien a quien tú conoces, por lo cual vuelvo a suplicarte le digas me perdone si la quiero como la quiero y lo difícil que es para mí vivir sin ese cariño que ella tiene guardado en su corazón.
Mi madre se llamaba María Vizcaíno y estaba llena de bondad, tanta que su corazón no resintió aquella carga y reventó.
No, no es fácil querer mucho.
Juan

Pablo Neruda IV

Isla Negra (Chile) . Casa Museo Pablo Neruda.

Nacimiento

Nació un hombre
entre muchos
que nacieron.
Vivió entre muchos hombres
que vivieron.
Y esto no tiene historia
sino tierra
tierra central de Chile, donde
las viñas encresparon sus cabelleras verdes,
la uva se alimenta de la luz,
el vino nace de los pies del pueblo.

Parral se llama el sitio
del que nació
en invierno.

Ya no existen
la casa ni la calle:
soltó la cordillera
sus caballos,
se acumuló
el profundo
poderío,
brincaron las montañas
y cayó el pueblo
envuelto
en terremoto.
Y así muros de adobe,
retratos en los muros,
muebles desvencijados
en las salas oscuras,
silencio entrecortado por las moscas,
todo volvió
a ser polvo:
sólo algunos guardamos
forma y sangre,
sólo algunos, y el vino.

Siguió el vino viviendo,
subiendo hasta las uvas
desgranadas
por el otoño
errante,
bajó a lagares sordos,
a barricas
que se tiñeron con su suave sangre,
y allí bajo el espanto
de la tierra terrible
siguió desnudo y vivo.

Yo no tengo memoria
del paisaje ni tiempo,
ni rostros, ni figuras,
sólo polvo impalpable,
la cola del verano
y el cementerio en donde
me llevaron
a ver entre las tumbas
el sueño de mi madre.
Y como nunca vi
su cara
la llamé entre los muertos, para verla,
pero como los otros enterrados,
no sabe, no oye, no contestó nada,
y allí se quedó sola, sin su hijo,
huraña y evasiva
entre las sombras.
Y de allí soy, de aquel
Parral de tierra temblorosa,
tierra cargada de uvas
que nacieron
desde mi madre muerta.

Memorial de Isla Negra, 1964.

Isla Negra (Chile) . Casa Museo Pablo Neruda.

Pablo Neruda III

Pablo Picasso et Pablo Neruda. Paris, 1949.

Pablo Neruda évoque son enfance à plusieurs reprises dans son oeuvre. Elle apparaît entre autres dans Chant général, poème épique en quinze chants, publié en 1950 à Mexico par Talleres Gráficos de la Nación. Il a commencé à le composer dès 1938. Cette épopée comporte 15 sections, 231 poèmes et plus de quinze mille vers et ambitionne d’être une chronique encyclopédique de toute l’Amérique latine.

XV. Yo soy

I. La frontera (1904)

Lo primero que vi fueron árboles, barrancas
decoradas con flores de salvaje hermosura,
húmedo territorio, bosques que se incendiaban,
y el invierno detrás del mundo, desbordado.
Mi infancia son zapatos mojados, troncos rotos
caídos en la selva, devorados por lianas
y escarabajos, dulces días sobre la avena,
y la barba dorada de mi padre saliendo
hacia la majestad de los ferrocarriles.

Frente a mi casa el agua austral cavaba
hondas derrotas, ciénagas de arcillas enlutadas,
que en el verano eran atmósfera amarilla
por donde las carretas crujían y lloraban,
embarazadas con nueve meses de trigo.
Rápido sol del Sur:
rastrojos, humaredas
en caminos de tierras escarlatas, riberas
de ríos de redondo linaje, corrales y potreros
en que reverberaba la miel del mediodía.
El mundo polvoriento entraba grado a grado
en los galpones, entre barricas y cordeles,
a bodegas cargadas con el resumen rojo
del avellano, todos los párpados del bosque.

Me pareció ascender en el tórrido traje
del verano, con las máquinas trilladoras,
por las cuestas, en la tierra barnizada de boldos,
erguida entre los robles, indeleble,
pegándose en las ruedas como carne aplastada.

Mi infancia recorrió las estaciones: entre
los rieles, los castillos de madera reciente,
la casa sin ciudad, apenas protegida
por reses y manzanos de perfume indecible,
fui yo, delgado niño cuya pálida forma
se impregnaba de bosques vacíos y bodegas.

Canto general, 1950.

XV. Je suis

I. La frontière

Ce que je vis d’abord ce fut des arbres, des ravins
décorés de fleurs belles et sauvages,
un territoire humide, des forêts en feu,
et l’hiver en crue derrière le monde.
J’eus pour enfance des souliers mouillés, des troncs brisés
tombés dans la forêt, dévorés par les lianes
et les scarabées, j’eus des journées douces sur l’avoine,
et la barbe dorée de mon père partant
pour la majesté des chemins de fer.

La pluie australe creusait devant la maison
de profondes mares, des bourbiers d’argile endeuillée,
qui, l’été, se transmuaient en un jaune climat
où les charrettes grinçaient, où elles pleuraient
enceintes de neuf mois de blé.
Soleil du Sud: soleil rapide:
chaumes, denses fumées
dans des chemins de terre écarlates, berges
de fleuves à ronde lignée, prairies, enclos
où le miel du midi était réverbéré.
Le monde poussiéreux pénétrait par degré
dans les hangars, parmi des tonneaux et des cordes,
jusqu’aux caves entassant le rouge résumé
du noisetier, toutes les paupières de la forêt.

Il me parut monter dans la robe torride
de l’été, avec les batteuses, au long
des côtes, sur la terre au vernis de boldos
dressée entre les chênes, indélébile,
et qui collait aux roues comme chair écrasée.

Mon enfance parcourut les saisons: avec, autour de moi,
les rails, les châteaux de bois frais
et la maison sans ville, à peine protégée
par des troupeaux et des pommiers au parfum ineffable,
je vécus, mince enfant à la forme pâlotte,
en m’imprégnant de forêts vides et d’entrepôts.

Chant général, 1977. Éditions Gallimard (Traduction de Claude Couffon).

XV Yo soy

III. La casa

Mi casa, las paredes cuya madera fresca,
recién cortada, huele aún: destartalada
casa de la frontera, que crujía
a cada paso, y silbaba con el viento de guerra
del tiempo austral, haciéndose elemento
de tempestad, ave desconocida
bajo cuyas heladas plumas creció mi canto.
Vi sombras, rostros que como plantas
en torno a mis raíces crecieron, deudos
que cantaban tonadas a la sombra de un árbol
y disparaban entre los caballos mojados,
mujeres escondidas en la sombra
que dejaban las torres masculinas,
galopes que azotaban la luz,
enrarecidas
noches de cólera, perros que ladraban.
Mi padre, con el alba oscura
de la tierra, hacia qué perdidos archipiélagos
en sus trenes que aullaban se deslizó?
Más tarde amé el olor del carbón en el humo,
los aceites, los ejes de precisión helada,
y el grave tren cruzando el invierno extendido
sobre la tierra,como una oruga orgullosa.
De pronto trepidaron las puertas.
Es mi padre.
Lo rodean los centuriones del camino:
ferroviarios envueltos en sus mantas mojadas,
el vapor y la lluvia con ellos revistieron
la casa, el comedor se llenó de relatos
enronquecidos, los vasos se vertieron,
y hasta mí, de los seres, como una separada
barrera, en que vivían los dolores,
llegaron las congojas, las ceñudas
cicatrices, los hombres sin dinero,
la garra mineral de la pobreza.

Canto general, 1950.

XV. Je suis

III. La maison

Ma maison et ses murs de planches fraîches
dont je sens encor le parfum; branlante et biscornue
maison de la frontière qui craquait
à chaque pas, et où sifflait le vent de guerre
du temps austral, maison qui devenait alors
élément de tempête ou oiseau inconnu
aux plumes glacées sous lesquelles grandissait mon chant.
Je vis des ombres, des visages qui poussèrent
comme des plantes autour de mes racines, des parents
qui fredonnaient sous les grands arbres et qui tiraient
des coups de feu au milieu des chevaux mouillés,
des femmes qui, cachées dans l’ombre,
délaissaient les tours masculines,
des galops qui fouettaient le jour,
des nuits
coléreuses et sans air, des chiens qui aboyaient.
Avec l’aube, mon père, sur la terre enténébrée,
se faufilait dans ses trains qui hurlaient.
Vers quels archipels oubliés?
Plus tard j’ai aimé l’odeur du charbon dans la fumée,
les huiles, les essieux, leur précision glacée,
l’hiver allongé sur la terre.
Soudain les portes ont trépidé.
Voici mon père
entouré de ses centurions: les cheminots,
ils sont enveloppés dans leurs couvertures trempées,
la vapeur et la pluie avec eux ont vêtu
la maison, dans la salle à manger, leurs récits
foisonnent et s’enrouent, les verres se répandent,
et de ces êtres, jusqu’à moi, comme d’une barrière
écartée, où nichaient, où vivaient les douleurs,
sont arrivés les angoisses, les cicatrices
taciturnes, les hommes sans argent,
la griffe minérale de la pauvreté.

Chant général, 1977. Éditions Gallimard (Traduction de Claude Couffon).