Federico García Lorca

Santoña (Cantabria). Buste de Federico García Lorca.

Federico García Lorca. Une colombe si cruelle poèmes en prose et autres textes. Edition établie, traduite de l’espagnol et postfacée par Carole Fillière, préface de Zoraida Carandell, Editions Bruno Doucey «Soleil noir», 144 pp, 16 €.

Philippe Lançon a parlé de ce livre dans Libération le 6 novembre 2020.

“FEDERICO GARCÍA LORCA, VERTIGES VERTICAUX DU POÈTE ESPAGNOL ASSASSINÉ.”

https://next.liberation.fr/livres/2020/11/06/federico-garcia-lorca-vertiges-verticaux-du-poete-espagnol-assassine_1804854

Il s’agit d’une petite anthologie de textes parfois inédits en français et souvent méconnus. D’autres se trouvent dans le tome I de la Pléiade des Oeuvres complètes de Federico García Lorca. Philippe Lançon trouve les traductions datées. J’ai relu certains de ces poèmes et jeté un coup d’oeil sur les traductions.

En el jardín de las toronjas de luna

PRÓLOGO
« (…) Asy como la sombra nuestra vida se va, que nunca más torna nyn de nos tornará.»
Pero López de Ayala, Consejos morales.

Me he despedido de los amigos que más quiero para emprender un corto pero dramático viaje. Sobre un espejo de plata encuentro, mucho antes de que amanezca, el maletín con la ropa que debo usar en la extraña tierra a que me dirijo.
El perfume tenso y frío de la madrugada bate misteriosamente el inmenso acantilado de la noche.
En la página tersa del cielo temblaba la inicial de una nube, y debajo de mi balcón un ruiseñor y una rana levantan en el aire un aspa soñolienta de sonido.
Yo, tranquilo pero melancólico, hago los últimos preparativos, embargado por sutilísimas emociones de alas y círculos concéntricos. Sobre la blanca pared del cuarto, yerta y rígida como una serpiente de museo, cuelga la espada gloriosa que llevó mi abuelo en la guerra contra el rey don Carlos de Borbón.
Piadosamente descuelgo esa espada, vestida de herrumbre amarillenta como un álamo blanco, y me la ciño recordando que tengo que sostener una gran lucha invisible antes de entrar en el jardín. Lucha extática y violentísima con mi enemigo secular, el gigantesco dragón del Sentido Común.
Una emoción aguda y elegíaca por las cosas que no han sido, buenas y malas, grandes y pequeñas, invade los paisajes de mis ojos casi ocultos por unas gafas de luz violeta. Una emoción amarga que me hace caminar hacia este jardín que se estremece en las altísimas llanuras del aire.
Los ojos de todas las criaturas golpean como puntos fosfóricos sobre la pared del porvenir… lo de atrás se queda lleno de maleza amarilla, huertos sin frutos y ríos sin agua. Jamás ningún hombre cayó de espaldas sobre la muerte. Pero yo, por un momento, contemplando ese paisaje abandonado e infinito, he visto planos de vida inédita, múltiples y superpuestos como los cangilones de una noria sin fin.
°°°°°°°
Antes de marchar siento un dolor agudo en el corazón. Mi familia duerme y toda la casa está en un reposo absoluto. El alba, revelando torres y contando una a una las hojas de los árboles, me pone un crujiente vestido de encaje lumínico.
Algo se me olvida… no me cabe la menor duda… ¡tanto tiempo preparándome! y…Señor, ¿qué se me olvida? ¡Ah! Un pedazo de madera… uno bueno de cerezo sonrosado y compacto. Creo que hay que ir bien presentado… De una jarra con flores puesta sobre mi mesilla me prendo en el ojal siniestro una gran rosa pálida que tiene un rostro enfurecido pero hierático.

Ya es la hora.
En las bandejas irregulares de las campanadas, vienen los kikirikis de los gallos.

Dans le jardin des cédrats de lune

Prologue
J’ai pris congé des amis que j’aime le plus pour entreprendre un bref mais dramatique voyage. Sur un miroir d’argent je trouve, bien avant qu’il ne fasse jour, la mallette avec les effets dont j’aurai besoin dans la terre étrange où je me rends.
Le parfum tendu et froid de l’aube vient battre mystérieusement l’immense falaise de la nuit.
Sur la page lisse du ciel tremblait l’initiale d’un nuage, et sous mon balcon un rossignol et une grenouille élèvent dans l’air une croix somnolente de mélodie.
Pour moi, tranquille et mélancolique, je fais les derniers préparatifs, en proie à de très subtiles émotions d’ailes et de cercles concentriques. Au mur blanc de la chambre, roide et figée comme un serpent de musée, pend l’épée glorieuse que porta mon aïeul dans la guerre contre le roi Charles de Bourbon.
Pieusement, je détache l’épée, revue de rouille, jaunâtre comme un peuplier blanc, et je la ceins: je me rappelle que je dois livrer une grande lutte invisible avant de pénétrer dans le jardin, lutte extatique et d’une extrême violence, contre mon ennemi séculaire, le gigantesque dragon du sens commun.
Une émotion aiguë, élégiaque, pour les choses qui n’ont pas été, bonnes et mauvaises, grandes et petites, envahit les parages de mes yeux presque cachés par des lunettes de lumière violette, une émotion triste qui me fait avancer vers ce jardin frémissant dans les très hautes plaines de l’air.
Les yeux de toutes les créatures frappent comme des points phosphorescents au mur du devenir… ce qui est en arrière demeure plein de broussaille jaune, jardins sans fruits et fleuves sans eau. Jamais aucun homme n’est tombé à la renverse sur la mort. Mais moi, en contemplant pour un instant ces lieux abandonnés et infinis, j’ai vu des plans de vie inouïe, multiples et superposés comme les godets d’une noria sans fin.
°°°
Avant de mettre en route, je sens une douleur aiguë au coeur. Ma famille dort et toute la maison est plongée dans un repos absolu. L’aube, en révélant des tours et en comptant une à une les feuilles des arbres, me met un costume crissant de dentelle lumineuse.
J’oublie quelque chose…cela ne fait aucun doute. Depuis le temps que je me prépare et…Seigneur, qu’est-ce que j’oublie? Ah! Un bout de bois, un morceau de cerisier rose et compact. Je crois qu’il faut présenter bien…D’un vase de fleurs posé à mon chevet je retire pour la mettre à ma boutonnière gauche une grande rose pâle au visage furieux mais hiératique.

C’est l’heure.
Sur les plateaux irréguliers de l’angélus arrive le chant des coqs.»

(Oeuvres complètes. Tome I. Bibliothèque de la Pléiade. NRF. n° 291. Septembre 1981)
(Poésies IV, Suites Sonnets de l’amour obscur. Traduction André Belamich. Poésie/Gallimard.)

Dans le jardin des pamplemousses de lune

Prologue

J’ai pris congé de mes amis les plus tendres pour entreprendre un court mais dramatique voyage. Sur un miroir d’argent je trouve, bien avant l’aube, la valise et les habits que je dois revêtir sur les terres étranges vers lesquelles je me dirige.
Le parfum tendu et froid du petit matin frappe mystérieusement l’immense falaise de la nuit.

(Une colombe si cruelle poèmes en prose et autres textes. 2020. Traduction Carole Fillière. Éditions Bruno Doucey.)

Suites

La Diputación de Grenade a publié en 1986 une anthologie poétique, sélectionnée, présentée et annotée par Andrew A. Anderson. Cette anthologie comporte Suites (1920-1923) et Poemas en prosa (1927-1928).

André Bélamich présente ainsi les Suites:
«Poemas breves escritos entre 1920 y 1923 en la Residencia de Estudiantes o en Asquerosa (aujourd’hui Valderrubio), durante el verano. Están enlazados temáticamente y construidos por analogía con la suite musical de los siglos XVII y XVIII.
Los temas tratados no son diferentes a los de su poesía anterior, aunque sí lo son su estructura o su expresión poética. Estos poemas se caracterizan por su sujeción a un ritmo y a un tono uniforme, por la contención o el intento de objetivación, el uso del símbolo e incluso en algún momento manifiestan el influjo de la vanguardia.
Además del tema de la infancia perdida, aparece la frustración del amor, lo que pudo haber sido y no fue, la esterilidad (los hijos no nacidos), la muerte, el desarraigo, la identidad, el consuelo de la contemplación de la Naturaleza, la cosmicidad, incluso hay poemas influidos por la ciencia (fruto sin duda de lo vivido y aprendido en la Residencia de Estudiantes).»

Federico García Lorca, Carta a José de Ciria y Escalante y Melchor Fernández Almagro, 30 de julio de 1923.

« He terminado un poema, “El jardín de las toronjas de luna”, y estoy dispuesto a trabajar todo el verano sobre él, pues tengo una ilusión infinita de que sea como le he visto. Puede decirse que lo he hecho de una manera febril, pues he trabajado veinte días con sus veinte noches… pero no ha sido más que para fijarlo. Los paisajes en este poema son absolutamente inmóviles, sin viento ni ritmo alguno. Yo notaba que mis versos huían entre mis manos, que mi poesía era fugitiva y viva. Como reacción a este sentimiento, mi poema actual es extático y sonámbulo. Mi jardín es el jardín de las posibilidades, el jardín de lo que es, pero pudo ( y a veces) debió hacer sido, el jardín de las teorías que pasaron sin ser vistas y de los niños que no han nacido; cada palabra del poema es una mariposa y he tenido que ir cazándolas una a una.
Luego he sostenido una lucha con mis dos enemigos seculares (y de todos los poetas), la Elocuencia y el Sentido Común…lucha espantosa cuerpo a cuerpo como en las batallas del poema del Cid… »

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