
La peintre Maruja Mallo (Ana María Gómez González) est née à Vivero (Lugo – Galice) le 5 janvier 1902.
Son père, Justo Gómez Mallo, est fonctionnaire des douanes. Sa mère s’appelle María del Pilar González Lorenzo. Ils auront 14 enfants. Le sculpteur Cristino Mallo (1905-1989) est un de ses frères.
En 1922, elle entre à l’Académie royale des beaux-arts de San Fernando de Madrid la même année que Salvador Dalí qui sera son ami. Elle en sort diplômée en 1926. Lui en sera exclu pour avoir causé plusieurs scandales.
Elle a une liaison avec le sculpteur Emilio Aladrén (1906-1944) qui la quitte pour devenir l’amant de Federico García Lorca. (“Era un festejante mío (como dicen en Argentina) y Federico me lo quitó, entre otras cosas porque tenía un temperamento ruso y le decía tantas cosas que, claro, Emilio se enardeció y se fue con él”)
Elle fréquente les artistes de la Génération de 1927 : Concha Méndez, Gregorio Prieto, Federico García Lorca, Margarita Manso, Luis Buñuel, María Zambrano. Elle a une longue et complexe relation avec le poète Rafael Alberti ( entre 1925 et 1930).
À partir de 1927, elle fait partie du groupe de la première École de Vallecas (Alberto Sánchez, Benjamín Palencia, Pancho Lasso, Juan Manuel Caneja, Luis Castellanos).
Sa première exposition dans les salons de la Revista de Occidente en 1928 à Madrid est un succès. Elle obtient l’aval de José Ortega y Gasset et la protection de Ramón Gómez de la Serna. Elle devient une figure majeure de l’avant-garde espagnole de l’époque.
Cette artiste de talent, excentrique et républicaine est l’incarnation de la nouvelle femme espagnole, libre et émancipée. “Un buen día, a Federico, a Dalí, a Margarita Manso —otra estudiante— y a mí se nos ocurrió quitarnos el sombrero. Y al atravesar la Puerta del Sol nos apedrearon, insultándonos como si hubiésemos hecho un descubrimiento como Copérnico o Galileo.” Plus tard, on appellera les femmes libérées de cette génération, Las Sinsombrero.
En 1932, elle obtient une bourse de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas et se rend à Paris, où elle rencontre les artistes surréalistes (René Magritte, Max Ernst, Joan Miró, Giorgio de Chirico, André Breton, Paul Éluard). Ils influenceront radicalement et immédiatement sa peinture, comme en témoigne une de ses œuvres essentielles, Espantapájaros [1929], qu’achète André Breton en 1932 à la galerie Pierre Loeb où elle expose seize oeuvres de sa série Cloacas y campanarios.
Sa présence à une exposition collective d’art espagnol à Paris en 1935 lui vaut d’entrer dans les collections du Jeu de Paume.
Elle a aussi une relation passionnée avec le poète Miguel Hernández. Elle lui inspire certains des poèmes de El rayo que no cesa.
Elle participe aux Misiones pedagógicas et enseigne l’art et le dessin.
La Guerre civile la surprend dans sa région natale où elle vit avec le militant syndicaliste et communiste Alberto Fernández “Mezquita” (1898-1968). Elle réussit à passer au Portugal grâce à l’aide de Gabriela Mistral, ambassadrice du Chili au Portugal, et à s’exiler en Argentine. Elle y arrive le 9 février 1937.
Elle ne revient définitivement en Espagne qu’en 1965 et s’installe à Madrid. Elle meurt le 6 février 1995 à 93 ans.

“Maruja Mallo, entre verbena y espantajo toda la creación del mundo cabe dentro de un ojo. Estos cuadros son los cuadros que he visto pintados con más imaginación, con más gracia, con más ternura y con más sensualidad.” (Federico García Lorca, 1930)
“Las creaciones extrañas de Maruja Mallo, entre las más considerables de la pintura actual, son una revelación poética y plástica. Original, Cloacas y Campanarios aparecen comoprecursores de la nueva visión plástica informalista”. (Paul Eluard, 1932)
” Tú,
tú que bajaste a las cloacas donde las flores son ya unos tristes salivazos sin sueños
y mueres por las alcantarillas que desembocan a las verbenas desiertas
para resucitar al filo de una piedra mordida por un hongo estancado,
dime por qué las lluvias pudren las horas y las maderas.
Aclárame esta duda que tengo sobre los paisajes.
Despiértame …”
(Rafael Alberti, Ascensión de Maruja Mallo al subsuelo, La Gaceta Literaria 61, 1 de junio, de 1929.)

Il y a en ce moment une grande exposition de cette artiste à Santander au Centre Botín, Maruja Mallo : Máscara y compás. (12 avril-14 septembre 2025).

Je prends toujours beaucoup de plaisir à lire les articles de Manuel Vicent dans El País.
El País, 26/04/2025
¿Quién se llevó al río a Maruja Mallo? (Manuel Vicent)
En aquella época a las mujeres solo se les permitía el surrealismo de llevar colgado del pecho un escapulario de la Virgen de Perpetuo Socorro
Habíamos tomado un taxi para ir a comer. Iba sentada a mi lado, era pequeñita, las piernas le colgaban en el asiento, pesaría no más de 50 kilos incluidos todos los arreos que llevaba encima, dijes, pulseras, plumas, gasas, el sombrero y un reloj de patata. Decía que su reloj funcionaba bajo el agua y servía para cronometrar alguna carrera de salmonetes. Me hablaba del guapo escultor Emilio Aladrén, que fue su novio y la dejó para hacerse amante de García Lorca. Yo veía en el retrovisor la cara de asombro que ponía el taxista al oír las cosas que decía aquella mujer, llamada Maruja Mallo. Por otra parte, no había forma de que nos pusiéramos de acuerdo para elegir un restaurante porque Maruja no podía olvidar que era una pintora surrealista y prefería contarme las locuras de su juventud, cuando allá en tiempos de la República entró montada en bicicleta en la iglesia de Arévalo durante la misa mayor el día del patrón del pueblo. Atravesó la nave central, se dio una vuelta alrededor del presbiterio y pedaleando tranquilamente abandonó el templo y se fue por donde había entrado, dejando al obispo, a los canónigos y a todos los fieles boquiabiertos. Se comprenderá que en aquel tiempo en que se apedreaba a los hombres que no llevaban sombrero, epatar a los burgueses era muy fácil para aquel grupo de surrealistas, capitaneados por Dalí y Buñuel. Bastaba con pasearse con un clavel en la pipa y se armaba un escándalo. Pero Maruja Mallo iba siempre más allá, aunque lo tenía más fácil por ser mujer.
En aquella época a las mujeres solo se les permitía el surrealismo de llevar colgado del pecho un escapulario de la Virgen del Perpetuo Socorro. En una foto aparece vestida de algas en una playa de Chile, en otra lleva una media colgando entre calaveras de vacas en un vagón de mercancías. También era la más imaginativa a la hora de disfrazarse en las fiestas morunas que montaban en la casa de las Flores de Madrid, donde vivía Pablo Neruda. De hecho, Maruja siempre ganaba el concurso de blasfemias que se celebraba todos los años en un bar de la plaza de la Cebada.
Ahora en el taxi yo insistía en enumerarle todos los restaurantes del barrio de Salamanca, pero al ver que no había forma de llegar a un acuerdo, el taxista se permitió participar en el debate.
—¿Puedo dar mi opinión? —preguntó.
—Diga, diga.
—Me han asegurado que donde mejor se come es en la cafetería del frenopático.
—Haberlo dicho antes, buen señor. Vamos para allá —exclamó Maruja.
Por fin encontramos un restaurante propicio del barrio de Salamanca y una vez sentados, después de pedir la primera cerveza, le pregunté:
—Maruja, ¿tú crees en Dios?
—¿Que si creo en Dios? Pero cómo voy a creer en Dios, si con estas prisas mortíferas de hoy en día no hay tiempo para nada. A mí el que me gusta es Moisés del Antiguo Testamento, un tipo musculoso y revolucionario que escribió él solo el Pentateuco y cruzó a nado el mar Rojo. También me gusta otro que se llama… A ver si me acuerdo… caray, ¿cómo se llamaba?… tiene el mismo nombre que un israelita que era mi marchante en Buenos Aires y tiene una joyería en Madrid, ah, sí… Samuel, ese era un tío con toda la barba. Buda me parece un cenizo que decía que vivir es sufrir. Después vino el judío que dijo que cuanto más sufres, mejor. Lo mío sería Zoroastro, que es la religión de los magos. Yo creo que Cristo era un mito o una cosa parecida a Tierno Galván, que es un infeliz, el pobre.
La Generación del 27 no estaba formada solo por poetas. También había músicos, arquitectos y pintores. Maruja Mallo, sin duda, era la más dotada para captar el espíritu de los tiempos. Pese a la bohemia con que vivía y todos los disparates con que adornaba su vida, la obra de Maruja Mallo es de una personalidad y consistencia extraordinarias. Tenía enamorados a toda aquella tropa de poetas, pero fue Alberti quien se la llevó al río, en este caso al río Manzanares, donde ella le lavaba los calzoncillos. Y también los de Miguel Hernández. En 1932 se fue a París y allí conoció a Bretón, a Paul Éluard, a Aragón, a Picasso. Expuso en la galería de Pierre Loeb. Después de la Guerra Civil se fue exiliada a Buenos Aires. Regresó a España en 1962 y después de pasar por un periodo de oscuridad, su figura recuperó el primer plano y hoy Maruja Mallo ocupa un lugar privilegiado entre aquel grupo de surrealistas que sabían que el surrealismo solo funciona como improvisación, actuando. Entre su obra destacan las verbenas que comenzó a pintar el año 28, los cuerpos voladores, los espantapájaros, las norias, los carruseles y tiovivos. Sucede que el extraordinario talento de esta pintora está oscurecido por las anécdotas, pero en cualquier exposición allí donde se cuelgue un cuadro de esta pintora, dada su misteriosa energía magnética, atraerá con fuerza todas las miradas.
